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Cincuenta años de Redención por Sevilla

el 16 sep 2009 / 01:01 h.

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Angelita Yruela, descorrió el cerrojo y abrió las puertas de la iglesia de Santiago a una plaza repleta de público. José Miguel, un joven de 16 años, como el resto, rompió en un aplauso. Y no era para menos. Llevaba tres horas esperando para presenciar en primera fila, y a la cotizada sombra, esta salida: "Me gusta mucho el paso y no lo he visto salir nunca".

Angelita, que reservó su saeta para la vuelta de la hermandad, ya de noche, que es cuando le gusta cantar, se secaba las lágrimas. "Llevo tres años de capiller y siempre lloro". Poco a poco iban saliendo los 1.100 nazarenos de la cofradía. Hace 50 años, en su primera salida, fueron 83, "no me digas que no ha crecido", comentaba el hermano mayor, José Carretero. Pues todos, prácticamente los 1.100 nazarenos tuvieron una estampa, un gesto, un guiño para Angelita, que a todos mimaba como una madre: "No des las estampas nada más salir que no te van a durar todo el camino", le advertía a una nazarena que nada más pasar el dintel ya había repartido unas cuantas. "Te voy a poner bien el antifaz que seguro que como lo llevas te molesta", arreglaba a otros.

Y entonces, dentro, la agrupación musical de la Redención empezó a tocar Costalero. El misterio ya avanzaba y la plaza, con todos sus balcones y azoteas llenas, se quedó en silencio. "El Señor lleva la túnica de su primera salida, la marrón. Judas también", apuntaba Angelita. Éste era el guiño de la hermandad para recordar aquella primera salida, desde la iglesia de la Misericordia, en la que participó el padre de Angelita y Manuel del Cuvillo era el fiscal de cruz de guía. "Mi padre fue el primero en salir de la iglesia hace 50 años, por eso para mí es un orgullo ir de maniguetera junto a la Virgen de su devoción 50 años después", explicaba Mercedes del Cuvillo, que, junto con otras tres mujeres -Herminia Aparcero, María del Carmen Valverde y Rosalía Rodríguez-, custodiaban las cuatro esquinas del palio. Poco a poco, en medio de un absoluto silencio, salió el misterio mandado por Paco Reguera. En cuanto la banda entonó la Marcha Real, la plaza se entregó por completo y recompensó con sucesivas ovaciones el trabajo de los costaleros.

Pocos minutos después, a las 15.30 horas, llamó Carlos Yruela, el hermano de Angelita, a sus costaleros. Con una suave mecida llegó hasta los pies de la rampa interior del templo. Allí, con la voz entrecortada hizo su dedicatoria: "El año pasado os pedí por mi nieta que iba a nacer. Los contrastes de la vida me llevan a pediros hoy que hagáis este esfuerzo a mi hermano Fernando, a la que la Virgen quiso llevarse en enero". Y fue Angelita, también entre lágrimas, quien tocó el martillo. Con sones de Rocío, la Virgen cruzó la plaza, "50 años llevando Rocío a Sevilla".

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