Economía

Cita en las alturas

Sevilla acoge, como ya ocurriera hace medio siglo con el Saeta, un vuelo inaugural. En este caso, es el A400M

el 07 dic 2009 / 21:23 h.

Algo más de medio siglo después de que Fernando de Juan Valiente, haciendo gala a su apellido, asumiese sobre sus espaldas el peso de la historia al comandar el vuelo inaugural del primer avión a reacción de diseño y manufactura española, el Saeta, Sevilla vuelve a reinvidicarse como ciudad de tradición aeronáutica incontestable.

A finales de esta semana -el jueves o viernes, aún no se sabe- las pistas del aeródromo de San Pablo, que ya acogieran ese histórico acontecimiento un 12 de agosto de 1954, repetirán protagonismo, pues sobre ellas estarán depositados miles de ojos pendientes de cómo un nuevo avión de transporte militar, llamado a renovar flotas ya obsoletas, el A400M (jugando con las siglas de Airbus Military, el nombre de la empresa que lo ha hecho posible), despegará por primera vez para surcar cielo sevillano.

No lo hará en los tiempos que, en un principio, se marcaron sus impulsores. Lejano queda ya el verano de 2008, fecha inicialmente marcada para ese gran hito industrial, pospuesta en varias ocasiones más hasta que, cansados de errar en el tiro, la prudencia aconsejó situarlo en un marco atemporal.

Culpables, si hay que buscarlos, los motores. Responsables, todos. La industria -léase Airbus Military como gestora y definidora del proyecto que partió de cero y se cerró a un precio fijo- y también sus clientes, siete países: Alemania, Francia, España, el Reino Unido, Luxemburgo, Bélgica y Turquía, por no calibrar en su justa medida la complejidad técnica y la ambición de tal empresa.

En el vuelo inaugural estarán representantes de todos ellos, incluso de Sudáfrica, ese país que recientemente canceló sus ocho encargos de este avión por disconformidad en el reajuste de precios y plazos. Pero no será momento de reproches, sí de felicitaciones. Quedará pendiente la tarea más compleja, reconducir un programa repartiendo riesgos y costes entre todos, cediendo y exigiendo prestaciones, pero con el objetivo final de no dejar morir un proyecto de cooperación europea sin precedentes.

De vuelta a San Pablo, el primer vuelo se prolongará durante tres horas -los pilotos advierten de que la duración irá en función del resultado de los ensayos sobre los sistemas del avión- tiempo en el que sobrevolará un radio de entre 200 y 300 kilómetros con Sevilla como epicentro, pero, más allá del simbolismo de ese acto, que supondrá un avance importante en el desarrollo de la aeronave, quedarán por delante tres años de pruebas en el aire.

Hay diseñado todo un programa de ensayos, de 4.370 horas de duración, que llevará a cinco aparatos a someterse a ensayos en Sevilla y Toulouse, como bases de referencia, pero que se desarrollarán en otras localizaciones por el mundo y que tienen como objetivo conseguir la certificación del nuevo aparato.
No en vano, se trata de un avión diseñado para atender misiones tácticas, logísticas y humanitarias en condiciones poco favorables.

Entre las características que lo hacen más especial, Edward Strongman destaca que por primera vez las alas están fabricadas en materiales compuestos, la capacidad de volar a baja velocidad y de poder aterrizar en terrenos no preparados.

La relevancia del despegue estriba en las esperanzas que tiene depositadas la compañía sobre el potencial de exportación de este avión. Anclado en los 184 pedidos, tras la anulación de los ocho aviones comprometidos por Sudáfrica (sólo Malasia ha adquirido cuatro aviones al margen de las siete naciones originarias), Airbus Military siempre ha defendido que existe una demanda potencial de en torno a 200 aviones hasta 2020 pero que se iría haciendo realidad una vez que el avión demuestre sus capacidades al volar. Ese día ha llegado.

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