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Ciudad que nos acoja

Los humanos inventaron la ciudad como el espacio privilegiado para organizarse políticamente. En torno a él fueron diseñando arquitecturas, materiales y simbólicas...

el 15 sep 2009 / 20:27 h.

Los humanos inventaron la ciudad como el espacio privilegiado para organizarse políticamente. En torno a él fueron diseñando arquitecturas, materiales y simbólicas, y dispusieron tanto la manera de convivir como, sobre todo, el papel a jugar por los líderes en los que se hizo recaer la credibilidad y la honestidad, necesarias para la supervivencia del grupo.

Con la modernidad descubrimos que ya no era cierto ese aserto medieval de que "el aire de la ciudad hace libres", porque la ciudad convive con la pobreza y la exclusión, y nos acomodamos a la evidencia de que vivimos en un mundo urbanizado, aunque tal cosa no significa más que un hecho territorial.

Ahora, en un ciclo de crisis económica, nos toca ponderar la importancia de vivir en una ciudad que nos acoja, porque significa convivir con el desempleo y con el hecho de que ya no somos miembros activos de una sociedad de consumo. Vivir en crisis es desconstruir un montón de sueños en torno a vivienda, empleo o viajes. De pronto, la ciudad como espacio de la política nos obliga a mirar, más que al escaparate, a las personas. Y entonces empezamos a reflexionar acerca de un ciclo social que, a lo peor, no ha sido tan satisfactorio o acerca de personas a las que, en su momento, les presumimos una capacidad de liderazgo que ahora se revela inexistente.

De una manera coloquial, incluso impulsiva, la política, por la vía de la angustia material o de la desafección partidaria, refuerza su centralidad. Entonces vemos cuánto importa la ciudad que soñaron aquellos humanos que la diseñaron como espacio público; y cuánto que haya líderes que sepan acompañarnos en esta travesía. En una ciudad como ésta y en una región como ésta, al menos para mí, estas palabras reclaman ser anuncio de lo que se avecina.

Director del Centro de Estudios Andaluces

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