Existe una tendencia natural a pensar que la burbuja en la que vivimos políticos y periodistas es la vida. Y por supuesto no es así. No se pueden hacer discursos o debates para los militantes o para los enterados. No podemos dedicar los medios de comunicación a los temas que interesan a una minoría. En un debate o en un mitin es más importante hablar sobre los precios, sobre las personas dependientes o sobre cualquier aspecto de la vida cotidiana de la gente que sobre un galimatías de la política antiterrorista u obtusos contratos de integración que la gente no comprende.