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Clinton y Obama afrontaban Ohio y Texas casi empatados

Hillary Clinton y Barack Obama vivieron ayer en Texas y Ohio una jornada decisiva para el futuro de la campaña presidencial demócrata y que, en el campo republicano hará oficial la candidatura de John McCain. Además de Texas y Ohio, ayer celebraron primarias Rhode Island y Vermont.

el 15 sep 2009 / 01:09 h.

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Hillary Clinton y Barack Obama vivieron ayer en Texas y Ohio una jornada decisiva para el futuro de la campaña presidencial demócrata y que, en el campo republicano hará oficial la candidatura de John McCain. Además de Texas y Ohio, que contando los superdelegados aportan respectivamente 228 y 164 delegados a la Convención Demócrata, ayer celebraron primarias Rhode Island y Vermont, dos estados pequeños que apenas eligen a una veintena de delegados cada uno.

En Rhode Island, las encuestas daban como posible ganadora a Clinton mientras que en Vermont indican que Obama puede ganar por una diferencia de 20 puntos. Donde las cosas no estaban claras era en Texas y Ohio, dos estados clave que habitualmente pasan desapercibidos en el proceso de primarias -porque votan tarde, cuando el candidato ya está decidido- y que en esta ocasión brillan en todo su esplendor. De ahí que tanto Obama como Clinton apuraran sus horas de campaña en estos lugares, donde las encuestas se resistían a dar un claro favorito, a pesar de que marcaban indefectiblemente una pérdida de la gran ventaja que en algún momento tuvo Clinton.

Las últimas encuestas publicadas ayer por CNN confirmaban que la batalla estaba extremadamente empatada. En Texas, Obama estaba dos puntos por delante de Clinton, mientras que en Ohio ella le sacaba cinco puntos al senador afroamericano.

Indecisos. Los sondeos también indicaban que había un alto número de votantes indecisos y que, las ventajas que ambos tenían en los dos estados estaban técnicamente dentro de los "márgenes de error" de las encuestas. En estas circunstancias, los dos candidatos aseguraban que ganarían en ambos estados, algo que Hillary Clinton debía hacer obligatoriamente si quería seguir en la campaña electoral con posibilidades de alzarse con la candidatura al final del proceso.

Los números estaban en su contra. Clinton partía con 1.269 delegados frente a los 1.378 de su rival, Barack Obama.

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