¿Conocían que ya en el año 1934 la Macarena y la Esperanza de Triana se encontraron en el interior de la Catedral, al igual que en 1995, por mor de las inclemencias meteorológicas? ¿O que el verdadero promotor de la salida de la Estrella en el 32 fue un socialista de Triana, de nombre Tomás Carrasco, al lograr a última hora que el alcalde concediera de su propio bolsillo la subvención prometida y cediera a la Banda Municipal?
Éstas y otras historias y circunstancias, desconocidas muchas de ellas, se entrecruzan en el libro La cofradías de Sevilla en la II República (Abec Editores), una minuciosa recopilación del escritor sevillano Juan Pedro Recio Lamata sobre los innumerables incendios de templos, ocultaciones de imágenes y pérdidas materiales que sufrieron las cofradías en los convulsos años treinta fruto del anticlericalismo reinante en la época. "Solamente de imágenes titulares hubo más de 50 ocultaciones distintas, algunas frustradas con penosas consecuencias, caso de La O".
Estructurado en 24 capítulos independientes, el libro abarca los avatares históricos de las cofradías sevillanas entre 1932 y 1937, apenas cinco años y medio en los que se sucedieron episodios desacostumbrados, como Semanas Santas sin cofradías, fuertes medidas de seguridad en las iglesias o el saqueo de hasta 17 templos de la ciudad. La obra no sólo recopila episodios históricos más o menos conocidos, como los disturbios y disparos a la Estrella y el incendio de San Julián en 1932, sino que también bucea en la intrahistoria de las 45 cofradías erigidas canónicamente en la época detallando cómo se financiaban, la acción social que desplegaban, cuánto costaban las papeletas de sitio por entonces o quiénes eran los grandes saeteros y los capataces míticos de aquellos años.
Funcionario de la Administración Civil del Estado, Recio Lamata ha empleado cuatro años de duro trabajo en consultar una gran variedad de fuentes documentales -archivos de hermandades, diarios de la época, boletines, revistas- accediendo además a los testimonios de protagonistas que vivieron aquellos sucesos en primera persona, como el aportado por Rosa Lara, hija del capiller de Montserrat, nacida en la misma capilla en vísperas del estallido de la Guerra Civil y cuyos padres la cobijaron bajo el altar de los titulares durante los días de mayores disturbios. El libro se enriquece con 150 fotografías de la época procedentes de periódicos, hermandades y archivos particulares, algunas de las cuales no habían sido publicadas hasta ahora y que "aportan visiones nuevas de aquellos años".
Para las postrimerías de la obra Recio Lamata reserva un capítulo "fundamental", la Semana Santa de 1937 que, a su juicio, pasó por ser "la más novedosa del siglo XX", pues en ella se mostraron las consecuencias directas de los asaltos e incendios provocados meses atrás. Fue una Semana Santa cargada de improvisaciones y novedades, proporcionando un amplio abanico de estampas inéditas merced a la cesión de pasos y enseres entre las hermandades.
El caso más paradigmático de desarraigo, apunta el autor, es el de San Roque, "cofradía que salió aquel año de un templo que no era el suyo, con una imagen nueva de la Virgen sobre el paso de Cristo con una cruz atrás, y con los nazarenos vistiendo túnicas prestadas por San Bernardo. Para colmo llovió el Domingo de Ramos y salió el Martes Santo".
Con todo, la cofradía más damnificada en cuanto a pérdidas materiales en este lustro fue la de la Hiniesta, ya que en apenas cuatro años perdió en sendos incendios a todas sus imágenes titulares, y en el caso de la dolorosa hasta por dos veces.