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Comiéndose a cronos

Hoy, primer viernes de marzo, el Nazareno de Francisco de Ocampo reposa sobre el suelo de San Antonio Abad, entre lirios judíos, inmune al clavel lorquiano, al espectáculo. El compás y la capilla, estampas vivas de una sede de cofradía vieja...

el 15 sep 2009 / 23:34 h.

Hoy, primer viernes de marzo, el Nazareno de Francisco de Ocampo reposa sobre el suelo de San Antonio Abad, entre lirios judíos, inmune al clavel lorquiano, al espectáculo. El compás y la capilla, estampas vivas de una sede de cofradía vieja, predican que en el principio, a la vez que el Verbo, fue el Tiempo y riegan con el agua lustral del bautismo la más bella metáfora de la mitología clásica, ésa que se bifurca misteriosamente en dos relatos: el que presenta a Cronos -el Tiempo- hijo de Cielo y de Tierra, como el hacedor y demiurgo de la Edad Dorada, la de la paz y la felicidad permanentes, y el que Rubens y Goya pintaron devorando a sus hijos.

En la cuaresma de Sevilla todas las hermandades son hijas del Tiempo pero a veces unas u otras lo usan de manera distinta, también se bifurcan en medio de él. Algunas, como ésta de Jesús Nazareno, año tras año y en cuanto empieza el mes de la Primavera, proclama -con lo versos de Horacio- que el invierno siempre llega y también se va, que en el Tiempo hecho carne de vida vivida con sosiego y fruición interior se encuentra un techo protector de la ruina y de la envidia. Por eso lo detienen, lo gozan y lo doran convirtiéndolo en tradición y sentimiento íntimo.

Luego también están aquellas que lo agitan y lo transforman en confusa turbamulta de gestos, voces y papelillos de colores para hacerse visibles; incluso existen hijas del Tiempo de la Pascua que, invirtiendo el segundo relato de Cronos, buscan las formas más insólitas de arrebatar a su padre las horas, los minutos y los segundos para devorarlos. Ése es el aroma de la novedad de las hermandades del extrarradio de sacar a la calle sus insignias en la tarde del Domingo de Pasión; una ceremonia más de homenaje a la hojarasca del signo exterior, una forma más de matar el Tiempo.

Antonio Zoido es escritor e historiador

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