El documento sobre la oferta y necesidad de médicos especialistas presentado por el Ministerio de Sanidad confirma una tendencia negativa que se ha acentuado en los últimos años en el país: faltan médicos para cubrir la demanda asistencial. El informe sostiene que el déficit de médicos especialistas se sitúa en torno a los 3.000 profesionales y alerta de que la carencia puede llegar hasta casi los 30.000 de aquí al año 2025 por el propio envejecimiento de los facultativos: un tercio tiene ahora entre 50 y 60 años y otro diez por ciento sobrepasa esta última edad. En Andalucía, este déficit se acentúa si se analizan las prestaciones en cada una de las especialidades médicas, pues tiene menos facultativos que la media española en 37 de ellas. El déficit sorprende a cualquiera que se acerque a examinar estas cifras, pues no se trata, al menos en apariencia, de un problema presupuestario que limite la dotación de plazas para médicos en la red asistencial. El ministro de Sanidad, Bernat Soria, apuntó ayer en dirección a la Universidad para buscar el cuello de botella que limita el sistema sanitario. De una manera muy explícita, aseguró que la sociedad española no puede entender que un alumno que pretenda ingresar en una facultad necesite una puntuación de un 9,1 y, mientras tanto, las comunidades tienen que contratar médicos extranjeros para cubrir su oferta. Hay un desfase entre los médicos que salen de las universidades españolas y los que se necesitan en el sistema, hasta el punto de que se producen situaciones chocantes como que se oferten 7.000 plazas de médicos residentes y sólo se presenten 4.000 aspirantes. No se trata de bajar el nivel de exigencia, pero el sistema universitario español, en colaboración con los departamentos públicos de Salud, tiene que adecuar su oferta para evitar la sinrazón de que falten médicos porque la Universidad no es capaz de dotar las plazas necesarias para cubrir esta demanda social.
