El restaurante Puerto Delicia, ése que se refleja en la dársena al pie del Instituto Murillo, va a fletar a partir del día 21 un barquito para llevar a sus clientes a los toros. Mientras los castizos siguen sudando la gota gorda con sus puros, sus corbatas con nudo wilson incrustado en el buche, su solazo en toda la calva y el feliz cascabeleo de sus coches de caballos, otra estirpe taurina más vanguardista irá repantingada a la sombrita, paladeando el fresquito del río y haciendo tintinear los hielos de su Chivas 18 años, bebida oficial de este trayecto de apenas quince minutos de duración no en vano llamado Delicia Experience by Chivas. Ideal para ir al bullfighting.
Dentro de dos o tres días se sabrá lo que cuesta este capricho, suponiendo que a quienes puedan permitírselo les importe un comino el precio. Otra ventaja añadida de esta experience es de orden matemático: 18 corridas de toros, ocho novilladas y dos de rejones, a whisky por tarde, hacen un total de 28 latigazos, con lo que uno puede acabar viendo un toro en el cartel de este año, pidiendo una oreja para el alguacilillo o la del propio alguacilillo para sí mismo, que alborozos mayores ha dado el alcohol en esta tierra.
