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Cómo vivir dos dramas

Cinco hombres y dos mujeres se vieron arrastrados por la depresión y las drogas a vivir en la calle. No escogieron padecer esa tragedia, pero hoy sí escogen representar sus propias vidas sobre las tablas de un teatro para demostrar que se puede salir de todo eso.

el 06 nov 2009 / 21:40 h.

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"Aún no hemos nacido. Aún no estamos en el mundo. Aún no hay mundo. Las cosas no están hechas. La razón de ser no ha sido encontrada." Parece que el dramaturgo Antonin Artaud escribió hace más de medio siglo esta frase expresamente para el que la recita hoy con la cara llena de marcas invisibles -y esas marcas son las peores-. José Luis Álvarez, sevillano de 37 años, ex toxicómano desde hace 22 meses y sin techo hace también unos cuantos (hoy comparte piso tutelado con algunos de sus compañeros actores), repetía ayer una y otra vez, durante el ensayo en la Casa de las Culturas, la frase que le toca recitar en El drama es nuestro, obra que representa la compañía Teatro de la Inclusión esta noche a las 21 en la sala TNT.

La repite no porque no se la sepa, sino porque es, según el director y escritor de la obra, Manuel Muñoz Bellerín, la frase más importante; y porque, aunque los siete actores que actúan hoy tienen ya tablas de sobra, El drama es nuestro nunca se ha llevado a escena antes, y eso siempre le hace a uno "estar algo nervioso, por muy profesional que sea", reconoce José Luis. Con los nervios, y ya sin guión en mano, ensayaban ayer los cinco hombres y las dos mujeres al son de lo que Manuel les marcaba: "Pon la mano así", apuntaba. "Esa cara tiene que estar más seria." Y así, indicación tras indicación, director y actores se movían como uno a menos de 24 horas del gran estreno.

La historia del drama es tan sencilla de entender como cruel. Manuel Muñoz, director teatral y trabajador social, escribió la obra basándose en cada una de las historias que hay tras los componentes de la compañía: "Todos sin techo, necesitados e incomprendidos", comenta el director. "Intentamos reflejar los espacios de invisibilidad. Ellos siempre han sido invisibles para la sociedad, y ahora por primera vez, ven como no sólo son protagonistas encima del escenario, sino también como ciudadanos."

Artaud, como José Luis, y como sus seis compañeros, no tuvo una vida fácil. Bien podría el letrado francés haber formado parte de esta compañía que nació como taller de teatro en un albergue hace ya dos años con la intención de potenciar la autoestima, la resolución de conflictos y la inserción en la sociedad de hombres y mujeres marginales y marginados. Algunos se equivocaron, trataron mal a la vida o la vida los trató mal a ellos, quién sabe, y cayeron en una depresión tan profunda que en algunos casos terminó arrastrándolos al tenebroso mundo de las drogas. Es el caso de Miguel Ángel Herrero, un vallisoletano de 44 años que un buen día, casi por inercia, cambió los ladrillos y el cemento por un guión y unas tablas. "Llevo 16 meses sin consumir, 15 en la compañía y 9 con mi futura esposa, Maribel".
Lo que empezó siendo una técnica pedagógica se ha convertido en la mejor herramienta para evitar la exclusión social. "El teatro", dice Manuel, "es el arte más humano que hay". Llevando a escena sus problemas diarios consiguen hacerle frente a la vida, a la vez que provocan un cambio en el público. El drama es nuestro es una obra simbólica, en ella lo importante, según el director, es el contenido filosófico y el intercambio dialógico que se crea con los que están en las butacas.


Obra abstracta, pero cuyas historias son reales como la vida misma: estos siete actores no tienen que meterse en ningún papel, se interpretan a ellos mismos.


Actores:


Antonio Joao Batista es natural de Angola. Ha viajado por numerosos países y finalmente se ha establecido en Sevilla. Gracias a un asistente social llegó a un albergue situado en la Macarena donde más tarde conocería a Manuel y a su compañía de teatro, en la cual lleva más de un año. A pesar de haber llevado una vida dura en Angola, "con un gobierno que no se preocupaba por la población y llegando incluso a sufrir violencia por parte de mi esposa", sueña con seguir en el teatro y volver algún día para poder representar su obra y "abrir las mentes de las personas que allí viven".


José Luis Álvarez ha pasado por varios centros para combatir sus problemas de drogodependencia. Gracias al teatro y a la ayuda proporcionada por los educadores sociales y al Centro de Amigos de Cáritas, ha cumplido su récord sin consumir este tipo de sustancias y se encuentra rehabilitado. Actualmente dedica su día a día a aquellos enfermos que no pueden valerse por ellos mismos. Su meta para el futuro es seguir realizando obras de teatro en esta compañía. Aspira a una vida tranquila y a tener un buen trabajo, no se considera una persona ambiciosa en cuanto a lo material.


María Isabel Labrador vivía en Barcelona pero hace diez años se trasladó a Sevilla. Esta joven cayó en una profunda depresión tras la muerte de su abuela y se encontró sin trabajo ni dinero para subsistir. Fue en un albergue donde encontró una solución para sus problemas y una salida para no tener que vivir en la calle. En este lugar encontró todo el apoyo necesario y tuvo su primer contacto con la compañía de teatro en la que lleva ya cerca de dos años. Actualmente vive en un piso tutelado y entre sus aspiraciones para un futuro se encuentran casarse y tener su propio hogar e hijos.


Javier Vargas, tras una vida llena de altibajos, cumple su segundo año en la compañía Teatro de la Inclusión. Es uno de los veteranos junto a otros dos compañeros. Antes del gran estreno El drama es nuestro, ya había participado en otras obras como la exitosa Tristeza de mundo, interpretada en diversos institutos. Javier comenta lo positivos que son los talleres de teatro con fines pedagógicos. "Mantienen la mente ocupada y sirven para no estar en la calle."Además, reconoce que es una forma de reflejar sus vidas y llegar a una sociedad a veces muy rígida".

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