"Mira que venirse a Bormujos, con lo bien que estaría en mi pueblo...". Paco Guzmán es de Castilleja de la Cuesta (Sevilla), el lugar donde Rajoy pensaba celebrar el mitin de ayer, hasta que el alcalde, del PSOE, le dijo que no podía. El pabellón que había solicitado el PP quedaba muy dañado con grandes actos y los asistentes deberían ir con "calzado deportivo". Los populares lo tomaron como una afrenta y se fueron al vecino Bormujos, donde gobiernan con los independientes, un traslado que a Paco le costó una hora de vueltas para aparcar. La polémica la cerró el presidente popular paseando y comiendo más tarde en Castilleja, tras pasarse por misa en la muy gallega Iglesia de Santiago Apóstol. En el retablo, un barbudo sometía a los moros bajo su yugo. Fue el colofón a un encuentro que abre una ronda regional de Rajoy -la semana próxima reunirá a 6.000 fieles en Atarfe, Granada-, de la que hace bandera. 140 visitas en cinco años que le hacen tener "DNI gallego pero agenda andaluza". Por mucho que venga, no se acostumbra al sur. "¡Hijo, qué arte tienes¡ ¡Guapo, guapísimo! ¡Que vote Mariano!", le repetía la grada. La respuesta: unas mejillas sonrosadas -la práctica no gana a la timidez- y un bote imperceptible.
Por casualidad o porque el anuncio del mitin competía con los resultados clavados en un tablón del Voleibol Bormujero, el caso es que la mañana de domingo se llenó de niños. A Rajoy le gusta aquello de "dejad que los niños se acerquen a mí", porque, relata un guardia civil, ni se quejó por la avalancha de abrazos que se le vino encima. Jugueteando con una red de baloncesto en las manos, Marina preguntaba a su padre: "¿Y quién es el señor de la barba? ¿Y el del pelo blanco?". Con calma, el padre respondía: "Los señores a los que mamá y yo votamos cuando vamos a tu colegio". La niña no entendió mucho, pero se sumó al himno de Andalucía que cantó la malagueña Rocío Alba. Arenas le dio las gracias con un galante beso en la mano.
