El programa solidario Vacaciones en Paz lleva en activo desde los 90. / Agencia EFE Con sus pequeñas maletas y mochilas cargadas de buenos recuerdos y con un «hasta el próximo año» se despidieron los 120 niños saharauis que han pasado el verano en Huelva. Dos meses en la provincia gracias al programa Vacaciones en Paz que terminaron en el Muelle de La Rábida. Allí tuvo lugar la emotiva despedida de sus familias de acogida, tras la que emprendieron el viaje de vuelta a los campamentos de refugiados de Tinduf, al suroeste Argelia. Un año más ha quedado reflejada la solidaridad que demuestran cada verano las familias onubenses que participan en el programa, como destacaron tanto la diputada Susana Rivas como el presidente de la Federación Onubense de Asociaciones de Amigos del Pueblo Saharaui, Luis Cruz, quienes subrayaron la labor de las familias onubenses, que «vuelven a ser un ejemplo de solidaridad con la acogida de estos pequeños durante el verano. Sin ellas este programa sería inviable». Uno de los principales objetivos de la iniciativa, según cuentan desde la organización, es mantener alejados a estos niños de las altísimas temperaturas que se alcanzan en el desierto durante el verano, que rondan los 50 grados. Además su estancia en la provincia les permite además disfrutar del ocio y del tiempo libre, como corresponde a cualquier niño de estas edades, entre siete y doce años. Otro de los principales objetivos del programa es que los niños se sometan a un exhaustivo reconocimiento médico gracias a un convenio con el Servicio Andaluz de Salud y, en el caso de que presenten cualquier problema de salud, se les da el tratamiento necesario. De hecho es una causa por la que algunos niños permanecen en la provincia una vez finalizado el programa. A ello se suma que en las familias de acogida reciben una alimentación adecuada que en algunos casos permite compensar las carencias que pueden presentar algunos de los pequeños. La diputada Susana Rivas ha recordado que este programa solidario de Vacaciones en Paz, que organiza la Federación Provincial de Huelva de Asociaciones Solidarias con el Sahara y con el que la Diputación viene colaborando desde sus inicios, a principio de los años 90, «tiene grandes beneficios, tanto para los niños y niñas saharauis como para las familias de acogida, promoviéndose el enriquecimiento cultural mutuo». Además permite a estas familias y su entorno tener conciencia de la realidad de los campamentos de refugiados, con lo que aumenta el compromiso con la causa del pueblo saharaui. Las condiciones de vida en los campos de refugiados de la provincia de Tinduf son duras. La mayor parte de su población vive en tiendas, sin agua corriente, y depende casi totalmente de la ayuda internacional externa para subsistir, una ayuda que ha ido decreciendo con los años . El ACNUR y el Programa Mundial de Alimentos estiman que un tercio de los niños sufre desnutrición crónica. La situación de los derechos humanos ha mejorado desde que finalizó la guerra en 1991, pero no es posible hacer una evaluación fiable por la falta de organizaciones locales. Las críticas se centran en el desinterés de Argelia, aún siendo el estado soberano responsable de proteger a todos sus habitantes, las restricciones a la libertad de expresión y de movimiento por parte del Frente Polisario, y ciertas costumbres esclavistas que aún perduran.