Con la violencia no se juega

El Instituto Andaluz de la Mujer culmina una campaña para eliminar estereotipos machistas en colegios de la provincia

el 13 nov 2014 / 11:30 h.

‘La violencia no es un juego’ pretende evitar los estereotipos machistas. Foto: Alba Poveda ‘La violencia no es un juego’ pretende evitar los estereotipos machistas. Foto: Alba Poveda ¿Por qué los niños no pueden llorar? ¿Por qué las niñas tienen que aspirar a ser princesas y no heroínas? O ¿por qué la diferencia de niños y niñas recién nacidos está en un color? ¿Por qué no pensar que estos estereotipos son un indicativo de violencia de género? Y, sobre todo, ¿por qué no evitarlo desde las etapas más tempranas? Por eso, el Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) puso en marcha la campaña La violencia no es un juego en diez centros educativos de la provincia –80 en toda Andalucía– para concienciar y eliminar estereotipos machistas con tal de conseguir unas relaciones igualitarias y libres de violencia de género. Ayer fue el turno de los últimos grupos de la provincia: un curso de 6º de Primaria del colegio El Algarrobillo de Valencina de la Concepción y los niños de 5 años de los colegios Monteolivo y Argantonio de Castilleja de Guzmán. Desde los colores con los que se visten a los niños de recién nacido –los famosos azul y rosa, de claro signo de género–, a frases como «¡qué carita más linda!», cuando vemos a una niña en su carrito, o «¡vaya hombretón!», a esos niños con robustos muslos, hasta el ritmo de los anuncios de juguetes envían un mensaje estereotipado a los niños, esos que el día de mañana serán los hombres y mujeres de la sociedad. Y aunque la diferencia biológica es clara, el resto son los resultados culturales. ¿Acaso el largo del pelo es un claro signo de sexualidad? No, ya que tan mujer es aquella que lleva el pelo corto como largo –y al igual en los hombres–. Puede parecer el discurso de siempre, pero quien ayer estuvo presente en la charla vio con sus propios ojos cómo la presencia del director, de mediana edad, infundía respeto sin mediar palabra. Mientras que a la monitora, joven y mujer, le costó algo más mantener callados a los niños durante diez minutos seguidos. Con tal de evitar estas diferencias y eliminar esa predisposición de gustos, el IAM a través de los centros escolares intentan coeducar en igualdad para «evitar que se reproduzcan los roles sexistas, que ya se están dando en las aulas», apuntó ayer la coordinadora del instituto en Sevilla, Carolina Casanova. Y es que es «nuestra sociedad y su cultura patriarcal la que genera estas desigualdades» por lo que familia y comunidad educativa son claves para evitarlo. Para detectar estos roles, el IAM cuenta con una aplicación, el DetectAmor, que da las claves para detectar una serie de indicadores sobre maltrato precoz –véase que los niños piensen que sus madres, por trabajar, estén amargadas– o signos de sexismo interiorizado. Niños y niñas, por lo menos de 5 años, parecen tenerlo claro. Ellas no quieren estar todo el día como Cenicienta limpiando o que un desconocido príncipe les de un beso para salvarlas, «es mejor un cubo de agua». A ellos no les dan mareos ni calambres por jugar con muñecas. Por lo menos así lo aseguraron los más pequeños, quienes demostraron que tanto unos como otros son capaces de ir y venir por el mismo camino, que pueden bailar sean del sexo que sean o que en el deporte la cuestión de género no implica que uno sea mejor que otro.

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