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Con manos de Santo

el 14 feb 2010 / 09:22 h.

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La Constitución Apostólica Divinis perfectionis Magíster y las Normae Servandae in inquisitionibus ab episcopis faciendis in causis sactorum son los dos documentos pontificios que rigen los procesos de beatificación y canonización de la Iglesia. José María del Nido, como segundo hombre más importante del mundo después del Papa, según sus propias declaraciones, bien podría emprender ya el camino para que Andrés Palop acabe con su preceptiva aura, su propia estampita y hasta con un día de fiesta en su homenaje, todo dentro de la religión sevillista, claro, que cada vez cuenta con más adeptos.Dicen estos documentos que para alcanzar tales rangos hay tres pasos ineludibles. Primero, el sujeto en cuestión tiene que ser Venerable, título concedido por emanar en su vida virtudes heroicas. Palop este primer requisito lo cumple con creces. Sus características como cancerbero brillan allá donde expande su obra con su hábito sevillista.

Rápido bajo palos, reflejos felinos, valentía y dominio en el área y liderazgo en el vestuario, que para eso luce brazalete de capitán. Sus virtudes personales también alcanzan la sensatez, la coherencia y la paciencia (que ni Job), bien evidenciada en su época valencianista, en la que tuvo que aguantar ocho años de suplencia a la sombra del tal Cañizares, más cercano a los infiernos. Pero en 2005 le llegó la luz, la luz que le mostraba el camino portada por el profeta Monchi en forma de oferta. El Sevilla creyó en sus posibilidades y le dio la responsabilidad -a los 31 años- que no tuvo en su club de toda la vida.En Sevilla, sin duda, confirmó su recto camino y fue cumpliendo etapas hasta llegar a dar el segundo paso canónigo, el de la beatificación. Dictan los documentos eclesiásticos que el Beato se reconoce, además de por sus virtudes heroicas, por algún milagro obtenido por su intercesión. Y aquí la goleada de milagros es sonada.

El milagro de Donetsk (gol en el descuento para rescatar a su equipo en los cuartos de la UEFA), el milagro de Glasgow (penaltis ante el Espanyol para obtener la segunda UEFA) y el milagro de Madrid (en la final de la Copa del Rey 2007), entre otros. Todos, agárrense, públicos, presenciados ante no menos de 20.000 personas, como para discutirlos.Y así, como Beato, alcanzó Palop la presente temporada, cercano a los 36 años que ya tiene. Ya algunos, con toda la gloria celestial lograda a sus espaldas, lo daban por retirado, incluso lo veían como ermitaño y ascético de la vida futbolística. Pero esta clase de personas no se conforman, y ahí que ha trabajado Palop, siguiendo con su camino que parece no extinguirse nunca, hasta erigirse en Santo, en San Palop. Dice la Iglesia que para la santidad es necesario otro milagro atribuido al sujeto después de su beatificación, y llegaron el milagro de Sevilla (en la vuelta de los octavos ante el Barcelona) y el milagro de Getafe (la vuelta de la última semifinal). Con la santidad a sus espaldas, Palop ya puede tener su día de fiesta (16 de mayo, 10 de febrero quizás) y algún templo o santuario, o peña, en este caso, de culto.

Para el interesado que quiera ahondar en la vida, obra y milagros de Andrés Palop Cervera (22 de octubre de 1973, Valencia), debe saber que los agnósticos, más que por sus milagros, lo conocen por sus títulos, no canónigos, sino los levantados. En sus años en el Valencia, cierto que como suplente, logró dos ligas, una Copa del Rey, una Supercopa de España, una UEFA y una Supercopa de Europa. En el Sevilla ha sumado dos copas de la UEFA más, otra Supercopa de Europa, otra Copa del Rey y una Supercopa de España. Y además, tuvo el honor de proclamarse campeón de Europa con España, aunque de nuevo como suplente (ya se sabe, la paciencia).

Pero Palop no se rinde y asegura que quiere más, más títulos, más milagros y más fútbol. Se ha propuesto perder un kilo por temporada para seguir manteniéndose en forma y seguir obrando milagros como sevillista. Vio la luz tarde, pero vaya si ha brillado.

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