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Con Nogués, la mejoría no fue suficiente

Han pasado cinco días desde el descenso y los béticos siguen preguntándose qué han hecho ellos para merecer esto. Paco Chaparro y Josep Maria Noguès podrían explicárselo porque ellos fueron los encargados del banquillo en tan funesto año. Lo curioso es que sus números, por separado, no son de descenso.

el 16 sep 2009 / 03:48 h.

Han pasado cinco días desde el descenso y los béticos siguen preguntándose qué han hecho ellos para merecer esto. Paco Chaparro y Josep Maria Noguès podrían explicárselo porque ellos fueron los encargados del banquillo en tan funesto año. Lo curioso es que sus números, por separado, no son de descenso.

Josep Maria Noguès tenía bastante razón cuando anteayer dijo: "Hemos hecho números para no descender". Su balance lo respalda, aunque no sirva de nada, como tampoco valió que Paco Chaparro dejase al equipo decimosexto. Ni uno ni otro pudieron evitaron lo que el Betis había estado sorteando durante tres años y el descenso, que a nadie en la casa verdiblanca se le pasaba por la cabeza a pesar de los peligrosos antecedentes, ha acabado siendo una realidad.

La tercera aventura de Chaparro en Heliópolis no tuvo un final feliz. En la 29ª jornada, después de que el Numancia empatase (3-3) gracias a un absurdo penalti de Ricardo en el descuento, su crédito ya no dio más de sí. El Betis era quinto por la cola y tenía un punto de ventaja sobre el antepenúltimo.

Apenas había ganado siete partidos, la mayoría fuera de casa (cinco), y sobre todo no había encontrado el punto de equilibrio necesario para lograr una mínima regularidad. Empezó jugando muy bien al fútbol, y perdiendo, pero luego ya ni siquiera tuvo esa virtud. Marcó muchos goles (41), pero encajó más todavía (47).

A Chaparro lo sucedió Noguès, con cero partidos de experiencia en Primera, pero el catalán inauguró su etapa con dos victorias consecutivas (Racing y Sporting) y dio la impresión de que el trabajo estaba hecho. Craso error. A partir de ahí, el equipo se le atascó como antes se le había atascado al trianero y los siete puntos sobre el antepenúltimo fueron desapareciendo poco a poco hasta que el tercero por abajo acabó siendo el propio Betis en la tragedia final.

Lo curioso, y triste, del asunto es que los balances particulares de los dos entrenadores no son para nada de descenso. Con Chaparro, el Betis era decimosexto, y en la clasificación parcial de las once jornadas con Noguès fue decimotercero. El catalán logró 11 puntos en nueve jornadas, así que su promedio (1,22 puntos por partido) fue mejor que el de Chaparro (1,06). Lo malo es que al Betis de Noguès lo adelantaron los equipos justos y necesarios para que bajase.

Es decir, dos: el Getafe, que ya estaba empatado a puntos en la era Chaparro, sólo que entonces el goal average era favorable a los verdiblancos (por un tanto); y el Espanyol, que en la era Noguès remontó y remontó hasta sumar el doble de puntos que el Betis (22).

Números al margen, el Betis bajó después de estar en manos de dos entrenadores que se encontraron con que el grupo no daba más de sí.

Chaparro logró un arranque fulgurante (en fútbol, que no en resultados), pero también un desequilibrio extremo, como muestran sus datos de goles a favor y en contra. Noguès tuvo poco tiempo, pero aun así consiguió un poco más de estabilidad: el promedio ofensivo bajó con él (1,11 goles por partido, frente a los 1,41 de su predecesor), aunque a cambio mejoró el sistema defensivo (1,22 goles en contra por jornada, por los 1,62 del trianero). Y como dato curioso, en cinco choques en casa consiguió tantas victorias como Chaparro en catorce.

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