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Con un par

Les aviso que éste no va a ser un recuadro amable. A algunos incluso les parecerá improcedente, sobre todo si siguen la táctica del avestruz. Pero, lo siento, prefiero abrir un debate a participar de un...

el 15 sep 2009 / 00:46 h.

Les aviso que éste no va a ser un recuadro amable. A algunos incluso les parecerá improcedente, sobre todo si siguen la táctica del avestruz. Pero, lo siento, prefiero abrir un debate a participar de un silencio ominoso que ya se va haciendo insoportable. Un par de huevos han dado la señal de alarma. La Virgen del Amparo y el Señor de Pasión fueron sus pretendidos blancos. Pero no son hechos aislados: fachadas de templos, azulejos heridos y nazarenos acosados, fuera o dentro de la cofradía, dicen que las cosas están cambiando. No se me asuste nadie que no hay intención política alguna en mis palabras. Si así fuera, estos hechos me preocuparían poco. Sería algo "meramente coyuntural", que diría un esnob.

Creo que la razón de estos hechos es otra y debemos admitirla si queremos afrontar sin complejos nuestra labor. Así como cada momento histórico establece su particular modelo de actuación -el equilibrio, la defensa de la pasión o la suma de opuestos...-, el mundo actual ha encontrado en la violencia su leit motiv. Las cosas ya no se piden ni solicitan, se exigen con intimidación.

No importa tanto si existen otros medios para solucionar un conflicto o si la solicitud es injusta. Afecta a todas las edades y basta mirar alrededor: violencia en las relaciones familiares o vecinales, violencia en colegios e institutos, violencia verbal y gestual. A quienes nos atacan, les importan menos nuestras creencias que el hecho de que las hagamos públicas por las calles, y no sólo una semana al año. Se sienten afrentados y reacciones como hijos de su tiempo al fin y al cabo. Pero los cofrades tenemos un par... un par de buenas razones para abordar el problema sin desánimo: el Evangelio y nuestro testimonio. Con esos bueyes aramos.

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