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Concha Caballero en el último baile

Griñán recupera a la exportavoz de IU para su presentación y no descarta integrarla en su próximo equipo. Caballero lo llama "una excentricidad del presidente".

el 13 jul 2011 / 21:32 h.

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José Antonio Griñán se cruza con Concha Caballero en el momento de subir al atril para la conferencia. / Javier Cuesta

"Mi presencia aquí es una excentricidad de la que yo no soy responsable, sino el presidente Griñán, que es quien me ha pedido que le presente". Con estas palabras regresó ayer la exdiputada de IU Concha Caballero al atril de la política activa. El presidente de la Junta la llamó para pedirle que introdujera su conferencia en Los Diálogos de El Correo, y ella aceptó sabiendo "el morbo" que despertaría, sabiendo que de inmediato miembros del Gobierno, del PSOE-A y, sobre todo, sus antiguos compañeros de IU la verían como "la segunda Rosa Aguilar", otro referente de la izquierda andaluza que se pasa al equipo de Griñán.

A juzgar por cómo la abrazaron los socialistas y con qué soltura se movió ella entre los otrora adversarios políticos, el de ayer fue de esos conciertos en los que el telonero eclipsa al artista principal. Caballero hizo un encendido elogio de Griñán, pero el presidente no la escogió por eso, sino porque sabía que pesaría más el medio que el mensaje. No es lo mismo que uno de los tuyos elogie tus virtudes, a que lo haga un oponente. El respeto por el rival no sólo da buena imagen del político, también de la política, que deja de ser confrontación y se convierte en colaboración. Hay algo de estrategia maquiavélica en esto, salvo porque, aun siendo adversarios políticos, Concha Caballero y José Antonio Griñán son viejos amigos.

Caballero fue portavoz de IU en el Parlamento en la legislatura pasada. Los desencuentros con la dirección de su partido la han mantenido retirada de la política activa desde el inicio de este mandato. En los últimos años ha vuelto a ejercer como profesora y ha sido "analista" política en prensa y radio. Pero a Caballero, igual que a su amiga Rosa Aguilar, se la sigue identificando en la calle con la izquierda. Y aunque Griñán insiste en que ni él ni su partido han empezado a hacer giros a la izquierda porque llevan años instalados en la socialdemocracia, la realidad es que al PSOE-A le faltan rostros y voces que empaticen con el electorado tradicional de izquierdas.

Ahora el presidente andaluz ha optado por recuperar a Concha Caballero y ayer no disimuló que seguirá contando con ella. "Concha podría formar parte de un gobierno socialdemócrata, no tendría dudas", respondió cuando alguien del público la comparó con la exalcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar, que abandonó su Ayuntamiento y su partido para formar parte del primer Ejecutivo de Griñán, y más tarde del último Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

"Éste no es el comienzo de una hermosa amistad, sino la continuidad", recordó ella. Pero hace sólo cuatro años hubiera sido imposible escuchar las palabras que la exdiputada de IU le rindió ayer a Griñán. "Pepe es el que más sentido democrático en su oficio. Yo tengo muchas diferencias con él, pero hoy no voy a ponerlas sobre la mesa", dijo. Griñán le correspondió al subir al atril: "Amo la diferencia y no tengo miedo a la discrepancia. Me crezco con ella".

La exportavoz parlamentaria de IU se esforzó en desmontar al personaje Griñán, ese que "algunos medios" retratan como un político altivo y soberbio. "No ha sido nunca un hombre de aparato. A Pepe le gusta la política con mayúsculas. Es un personaje sencillo, alejado del boato. Le piden que sea más populista y él lo rechaza porque cree que es un insulto a la inteligencia", dijo.

Si la unión Griñán-Caballero termina por concretarse en algo más específico, es probable que desde las filas de IU surjan críticas acusándola de traición, como ocurrió con Rosa Aguilar. Sin embargo, el discurso que hizo ayer no supone ninguna ruptura con lo que solía decir la legislatura pasada. Si acaso ha agudizado el tono porque las circunstancias son más graves. Caballero habló de "reconstruir la izquierda", "actualizar su discurso", "restaurar la credibilidad de la política". Hizo una férrea defensa del movimiento 15-M, que surge "para ampliar el marco de esta reducida democracia". Hizo una crítica al capitalismo y a los mercados -"están locos estos romanos"- y advirtió de que el tsunami azul (referencia a la victoria del PP en las municipales) pondrá en riesgo la enseñanza pública, la sanidad y el Estado de Bienestar. Terminó por admitir que a Griñán le ha tocado sufrir la desconfianza social hacia los políticos y las vacas flacas. "Es el peor momento", dijo, "pero también puede ser el momento de la política con mayúsculas".

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