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Concienciar entre litronas

Se escuchan sirenas en la Alameda. La ambulancia de Cruz Roja irrumpe en mitad del bulevar y los curiosos comienzan a acercarse. Hay un chico tendido en el suelo con una bicicleta tirada a su lado. Rápidamente los servicios de emergencia le inmovilizan y le ponen un collarín. No llevaba casco, así que puede que tenga una lesión cervical. Alejandro Gutiérrez, director provincial de Cruz Roja, describe a los espectadores todos los pasos que se están dando. Estamos ante el simulacro de atropello a un ciclista y tanta urgencia no es más que un reclamo para los jóvenes.

el 08 ago 2010 / 20:07 h.

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El herido en el simulacro estaba grave pero logró salir adelante.
El simulacro es una de las actividades que realizó Cruz Roja esta semana en la Alameda. Está enmarcada en el proyecto Autopista a la Vida y va dirigida a la concienciación de los jóvenes sobre conducir bajo los efectos del alcohol y otras drogas.


Un grupo de chavales se ha acercado a curiosear el falso accidente. Alejandro les da unos buenos consejos para saber cómo actuar en estos casos. "Tenemos que protegernos primero a nosotros, si vamos a ayudar y nos atropellan no sirve para nada." Este primer paso está dentro del programa PAS (Proteger Alertar Socorrer). Una vez que nos hayamos protegido y la zona esté asegurada, lo siguiente es avisar a los servicios de emergencia. Alejandro pregunta a modo de examen dónde hay que llamar. "Al 112", contesta un chico mientras sostiene una litrona en la mano. Alejandro le corrige: "Es mejor que te quedes con uno, uno, dos. Parece una tontería pero en estos casos lo recuerdas mejor."

Tras indicar nuestra posición y describir lo que ha ocurrido, hay que seguir las indicaciones que los expertos sanitarios den por teléfono. Por último, hay que socorrer. Si el herido lleva casco, no se le debe retirar y hay que instar al herido a que no lo haga. Ya sólo queda esperar a que aparezca la ambulancia. Y parece que los chicos se han quedado con la copla, aunque la litrona no la sueltan.

Los voluntarios de Cruz Roja también han montado una serie de actividades, esta vez para demostrar cómo el alcohol afecta a la vista y a los propios reflejos y movimientos del cuerpo. Hay que llevar a un chico en silla de ruedas a través del camino, tímidamente sinuoso. Lo complicado viene ahora: hay que colocarse unas gafas que alteran la visión, simulando la vista de una persona en estado de embriaguez.

El primer chico se come cuatro conos. No era tan fácil como creía. "Te sientes como si te hubieras tomado 40 cervezas", explica Emilio Pérez, que acaba de fallar en la prueba.
Cada vez hay más espectadores. Todo el que prueba se divierte, pero no están tan seguros de que estas actividades tengan efecto. "Es difícil concienciar, pero es un buen camino", asevera el joven Carlos Huertas. Loli Rivas es más pesimista porque "una vez que se bebe se pierde el control y los chicos se meten en un mundo que no saben lo que hacen.

Es una lástima que no haya aquí 300 personas para ver esto."
Una señora no se pierde ni una. Ve cómo los chicos hacen los juegos, luego va a la mesa de información y se coloca en primera fila del simulacro. Es la madre de José Manuel, uno de los voluntarios de Cruz Roja. "Mi hijo es muy humano, le gusta ayudar a las personas", afirma con orgullo. José Manuel tiene más fe en el proyecto "mientras los jóvenes quieran participar. Así podremos conseguir que no conduzcan si beben."

Unos guiris también se animan e intentan, con las gafas distorsionadas, abrir un candado. Tardan un buen rato.
Una hoja gigante se apoya en la mesa de información, comenzando con una frase: "No beberé porque...". Con colores vivos se puede leer "porque quiero que mis perros me sigan despertando por las mañanas". Cualquier razón es buena.

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