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Condena a un controlador militar por ausentarse de su puesto

el 30 ene 2011 / 10:30 h.

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El Tribunal Supremo ha confirmado la pena de seis meses de prisión que impuso un tribunal militar a un controlador aéreo que, en agosto de 2007 y alegando que había acabado su turno, abandonó su puesto de trabajo pese a que un helicóptero todavía estaba en vuelo y le faltaba una hora para aterrizar en la base de El Copero. Dado el riesgo generado y el carácter de la orden emanada de su superior, el alto tribunal concluye que "la gravedad de la desobediencia" fue "indiscutible".

El alto tribunal desestima así el recurso presentado por el controlador aéreo contra la sentencia dictada en enero de 2010 por el Tribunal Militar Territorial Segundo, con sede en Sevilla, que le consideró autor de un delito de desobediencia a órdenes relativas a servicio de armas, previsto en el artículo 102 del Código Penal Militar.

Los hechos se remontan al 6 de agosto de 2007 cuando el condenado comunicó por teléfono, a las 14.20 horas, al oficial de vuelo que procedía a finalizar el servicio y a cerrar la torre de control. Su superior le informó de que un helicóptero procedente de Melilla había sufrido una avería y llegaría a la base hispalense sobre las 15.30 horas, ordenándole permanecer en su puesto hasta esa hora.

Sin embargo, el subordinado respondió que existía una orden escrita que establecía que "en caso de existir un solo controlador, como era el caso, el servicio sólo se prestaba durante las horas de actividad", con independencia de que una aeronave estuviera en vuelo o no. El capitán le obligó mantenerse en el puesto hasta que se informara sobre dicha orden pero cuando llamó minutos después a la torre de control se encontró con "la sorpresa" de que el brigada ya la había abandonado.

Diez minutos después, el acusado se puso en contacto con su capitán, al que comunicó que "se había cambiado de ropa y que se marchaba". Pese a que su jefe le reiteró el mandato y le informó de que la orden a la que hacía referencia no estaba ratificada, el controlador consideró que sí estaba en vigor y se marchó.

Según el relato de hechos probados, el tribunal militar subrayó que el helicóptero aterrizó sin novedad en la base de El Copero, si bien "el nivel de riesgo" por la ausencia de controlador fue "mayor de lo habitual". Y precisó que el controlador aéreo llevaba aproximadamente diez días seguidos trabajando debido a los turnos de permisos de verano del resto de compañeros. Además, añadió que el condenado era poseedor de la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, una Cruz del Mérito Militar distintivo blanco y una medalla de la OTAN.

El demandante alegó un "claro vacío probatorio" que justificara su condena en el recurso interpuesto ante el Supremo, el cual ha destacado ahora que la prueba testifical reveló "inequívocamente y, por tanto, sin ningún margen de duda razonable" la realidad de la orden cursada y la negativa reiterada del brigada a acatarla.

En una sentencia, de la que ha sido ponente la magistrada Clara Martínez de Careaga, el alto tribunal recuerda las declaraciones del capitán en las que decía que aunque "el horario laboral era hasta las 14.30, prevalecía sobre él el horario de vuelos". "Existe prueba de cargo y argumentos explicitados que en modo alguno pueden tacharse de ilógicos, absurdos o inverosímiles, conforme a las reglas de la lógica, la ciencia y la experiencia", agrega la resolución.

El fallo considera "notoria y manifiesta" la desatención del recurrente a las instrucciones "directas, precisas y absolutamente contundentes" de su superior y remarca que la disciplina militar exige a los subordinados acatar las órdenes dictadas en el ámbito de sus funciones, "sin perjuicio de formular con posterioridad las quejas pertinentes, si hubiere lugar a ello, por la vía reglamentaria".

Y es que, destaca que el controlador debería haber planteado sus objeciones tras cumplir el servicio y "ni mucho menos hacerlas prevalecer sobre el mismo". Concluye así que el brigada debería haber obedecido la orden, legítima y debidamente transmitida por su oficial, con independencia de si estaba o no de acuerdo con ella.

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