"Me recibe la doctora, que, francamente, por su aspecto y por sus formas se me antoja una echadora de cartas o una actriz porno del Canal 47 (...) Es prepotente y ruin". Esto fue lo que escribió el 24 de septiembre de 2007, tras ser atendido en un centro de salud de la ciudad, un paciente en una hoja de reclamaciones de la Consejería de Salud. Y no le ha salido gratis: un juez lo ha condenado -en una sentencia refrendada por la Audiencia Provincial- a pagar a la médico una indemnización de 3.000 euros "por daño psicológico", según el fallo, que culpa al denunciado de un delito de injurias porque "no se limita a expresar una reclamación por el servicio realizado sino que ofende a la doctora".
Este caso fue hecho público ayer por el Colegio de Médicos de Sevilla, en la presentación del balance de agresiones de julio de 2009 a febrero de este año -ocho meses-. El Colegio ha prestado asistencia en ese período a 34 sanitarios (17 hombres y 17 mujeres), cinco de los cuales recibieron una agresión física.
"Son menos casos que en ejercicios anteriores, sin embargo, son más graves", aseguró el presidente de la entidad médica, Carlos González-Vilardelll. El responsable de los servicios jurídicos del Colegio, Santiago Campo, recordó también que el año pasado los jueces impusieron "varias sentencias que condenaban a los agresores a penas de más de un año de prisión".
Respecto al aumento de la violencia de estos episodios, González-Vilardelll recordó el caso ocurrido en El Viso el 22 de enero, "cuando un equipo de urgencias fue recibió las agresiones de un paciente, que incluso llegó a empuñar un cúter, con el que amenazó a una doctora".
El presidente del Colegio, que reclamó más medidas de seguridad en los centros de salud sevillanos, insistió en que, a pesar de la labor del Colegio en la asistencia jurídica a los médicos agredidos -un trabajo que se complementa con la asistencia que también ofrece el SAS y con la iniciativa particular que pueda emprender el propio médico-, "aún hay muchos médicos que no denuncian porque temen represalias de quien lo ha amenazado o agredido, como también existen muchos profesionales que, como trabajan en un centro de salud donde estos hechos son habituales, acaba viviendo estos episodios como algo que va incluido en su trabajo del día a día.