El pastor se convirtió en un lobo para una de las ovejas de su rebaño: ocurrió en la comunidad evangelista de San Juan de Aznalfarache, donde un sacerdote de esta confesión acaba de ser condenado a dos años de cárcel por abusos sexuales a una de las feligresas de su parroquia.
El pastor, según la sentencia, se valía de su "autoridad moral" sobre la víctima, y además la acusaba de ser ella quien "le hacía caer" en el pecado de la carne.
El procesado J.D.S.A. era el guía espiritual de la Iglesia Evangelista en San Juan de Aznalfarache, donde la víctima M.B.O. "halló la ayuda que necesitaba" en 1989, según la sentencia del Juzgado de lo Penal número 10 de Sevilla, a la que tuvo acceso la agencia Efe.
En ese momento el acusado tenía sobre la mujer una "autoridad moral incuestionable" y ella "respetaba su criterio como verdad absoluta" por lo que aprovechó un día de la primavera de 2001 y la besó en la boca. La mujer "permitió esta situación porque creyó que ella era la responsable de la actitud lasciva del acusado, tal y como él le decía de forma reiterada", según recoge el mismo fallo.
En otra ocasión, el pastor entró en el servicio donde la mujer se encontraba realizando labores de limpieza y le tocó los pechos y todas las partes de su cuerpo, lo que la víctima permitió por las mismas razones.
Según la sentencia, la víctima consintió "a pesar de la desazón que le provocaba este comportamiento, contrario a las normas morales que rigen dicha comunidad y que el propio acusado le recordaba insistentemente, acusándola de ser la causante de ese comportamiento". La denunciante decidió guardar silencio "por el temor al rechazo de los demás miembros de la comunidad y el sentimiento de culpa, imbuido por el acusado".
En el juicio el guía espiritual "incluso se atrevió a decir que era ella la que lo buscaba insistentemente. Como consecuencia de estos hechos, la denunciante sufrió un sentimiento de culpa que derivó en una "fuerte depresión", por lo que la sentencia impone al pastor, de 56 años, el pago de una indemnización de 12.000 euros por daño psíquico.
El acusado, que recurrió la sentencia ante la Audiencia de Sevilla, dijo en el juicio que las relaciones fueron consentidas pero el fallo entiende que los hechos constituyen un delito y le condena por lo ocurrido.
