Desengañémonos. El eterno viaje del PP al centro regresa a su punto de partida. Aquel al que los sectores más reaccionarios llevaron a su formación años atrás en su lucha contra los socialistas. La estrategia para desalojar al PSOE del poder pasaba, ineludiblemente, por una continua y permanente apelación a esa frase convertida en todo un lema como era la de paro, despilfarro y corrupción. Con ella, en su momento, hicieron suerte aupando a un José María Aznar que se mostró siempre firme y constante en el empleo de este recurso.
Obtuvieron una extraordinaria renta ya que sus oponentes no supieron combatir esta estrategia. No supieron o no pudieron, más bien, ya que los hechos venían a darle en parte razón a los populares. El ataque fue de tal envergadura que se llegó a hablar en aquella época de una conspiración en toda regla. Tan sólo era cuestión de repetir machaconamente tal aserto para que se instalara en el centro del debate público hasta el punto de que tuvo que pasar bastante tiempo y cosas, también, para que los socialistas pudieran liberarse de esa larga sombra.
PP: el mismo discurso para nuevos tiempos
Lo sorprendente es que, a pesar de lo que ha llovido, el PP continúe insistiendo en la misma línea. Esto es: no les ha servido, no ya la renovación que se ha producido en el PSOE, ni tampoco la que se ha efectuado en el seno de su partido. A tenor de cómo están reaccionando dan la impresión de seguir la misma táctica. La nueva dirección que ha llegado a Génova no ha introducido un estilo propio, diferente a lo anteriormente marcado por la facción más dura del partido.
Se mueve con los mismos procedimientos e igual lenguaje, sin aportar alternativas ni discursos novedosos. Lo suyo es erosionar como sea al contrario echando mano de viejas herramientas. Todo ello sin caer en la cuenta de que no nos encontramos, ni muchísimo menos, en ese mismo escenario. Si bien, tal y como evolucionan las cosas, estamos a punto de que se cumpla una de las premisas, la del paro, en cuanto a lo del despilfarro y corrupción, nos encontramos muy lejos del grado necesario para que se corresponda con la realidad.
Forzar los hechos tras el aumento de los parados
Así que, animados por el galopante crecimiento del desempleo, piensan que pueden insistir en esa misma táctica sin pensar que la realidad no los acompaña. Fuerzan sus denuncias al extremo que sea necesario con tal de que coincidan con sus pretensiones.
Se trata de una vieja maniobra, tan vieja y conocida que no se entiende, por tanto, cómo en el otro bando no se dan cuenta y evitan dar oxígeno a la misma cometiendo errores de bulto que ni siquiera se molestan en corregir. Han de tener el suficiente olfato como para no pederle nunca la cara al toro.
La confianza y la pasividad son las peores consejeras para superar esta amenaza que no por evidente ha de tenerse muy cuenta si se quiere sobrevivir sin mayores apreturas.