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"Conocemos países de medio mundo pero ninguno tiene el alma de Triana"

Mario y Carlos Ruiz recibirán en la próxima Velá de Santa Ana la distinción de Trianeros del Año. Nacieron en un corral en Alfarería y cumplen sus bodas de plata en ‘Cantores de Híspalis’.

el 16 jul 2014 / 11:30 h.

Carlos y Mario Ruiz son hermanos y componentes del grupo musical Cantores de Híspalis. / El Correo Carlos y Mario Ruiz son hermanos y componentes del grupo musical Cantores de Híspalis. / El Correo Llevan toda una vida llevando el nombre de Triana por todos los rincones del mundo, y ahora será su barrio quien dé las gracias públicamente a estos dos artistas por sacar pecho cuando han cantado al viejo arrabal sevillano allá donde estuvieran actuando. Los hermanos Mario y Carlos Ruiz, trianeros nacidos en un viejo corral de la calle Alfarería y Cantores de Híspalis por la gracia de Dios –como a ellos les gusta decir– recibirán el próximo 21 de julio la distinción de Trianeros del Año. Un orgullo para ellos y para su gente. Han pisado escenarios de medio mundo pero será junto a los suyos, en la tierra donde están sus auténticas raíces, donde se sentirán más cómodos que nunca sobre un escenario. Triana los vio nacer y desde entonces llevan muy a gala ser del barrio con más alma de la capital sevillana. «Hemos conocido medio mundo por nuestro trabajo pero en ningún sitio hemos visto nada parecido al alma que hay en Triana», explican los artistas. Los dos hermanos cumplen este año sus bodas de plata como miembros de Cantores de Híspalis. Criados en la calle Alfarería, son hijos de Carlos y María Luisa. Un maestro carpintero y una ama de casa que borda el menudo. La crueldad de la Guerra Civil provocó que Mario y Carlos nacieran en Sevilla. Su abuelo José Ruiz fue el último alcalde republicano del pueblo cordobés de Palma del Río y tras su trágica muerte su familia se trasladó a Sevilla para buscarse la vida. Aquí creció su padre, aquí se echó novia y aquí nacieron sus hijos, los trianeros del año. También nació Jorge, el tercero y más pequeño de los hermanos y que ha tenido mucho que ver para que Mario y Carlos sean homenajeados por todo el barrio Desde niños, Mario y Carlos apuntaban muy buena maneras con el cante pero fue en el colegio de los Salesianos donde realmente se dieron cuenta de que su vocación estaba sobre un escenario. El cura Luis Cornello se encargó de limarlos y no dudan en reconocer que son cantantes gracias a él. Eran buenos estudiantes en general, aunque puede que a uno de los dos le costara algo más que al otro sacar los cursos con solvencia –no despejaremos la incógnita– y siguieron estudiando hasta que el grupo que tenían, Alquivira, les hizo ver que podían ser capaces de ganarse la vida en las tablas de un escenario. En este grupo tuvieron la fortuna de tener como padrino al mejor que jamás pudieran imaginar: Francisco Palacios El Pali. Todavía no se les ha borrado de la mente tantas y tantas tardes que pasaron con él en su casa del Arenal, unas vivencias que no podrán olvidar jamás y de las que todavía se acuerdan a la hora de cantar. «Antes se cantaba mucho más, en muchas velás, en muchos barrios, casi todo se celebraba cantando y entonces al grupo nuestro le iban bien la cosas», explican los hermanos Ruiz. El segundo disco que sacaron al mercado lo produjeron Pascual y Juani, dos de los miembros fundadores de Cantores de Híspalis sin saber que estos dos hermanos entrarían a formar parte del grupo en 1989…y hasta hoy. Mario y Carlos con su hermano Jorge, el menor de los tres. / El Correo. Mario y Carlos con su hermano Jorge, el menor de los tres. / El Correo. Carlos y Mario debutaron con los Cantores en Tres Cantos, en Madrid, 17.000 personas estaban esperando para verles y a los dos les temblaban las piernas. No era para menos. Pero Mario le echó valor y le dijo a su hermano antes de salir: «Si un torero se equivoca puede morir. Si fallamos nosotros, puede que nos tiren un tomate, no pasará nada más. Así que vamos a disfrutar». Y así fue. Ahí siguen y ahí seguirán. En la Velá de Santa Ana, lógicamente, se sienten como en su propia casa. Porque realmente están en su propia casa. Allí echaron los dientes y siguen acudiendo todos los años a la que ellos llaman «la Feria del barrio». «Son nuestros días grandes de fiesta. Nuestra casa estaba a muy pocos metros de la Velá y lo hemos pasado muy bien aquí. Yo me he pegado tres días enteros sin salir de allí», recuerda Mario. Ahora, reconoce que algunas cosas han cambiado aunque agradece que el Ayuntamiento de Sevilla. Sí lamenta que ahora cierren las casetas a determinadas horas de la noche aunque «haya mucha gente que quiere seguir disfrutando porque lleva la Velá muy dentro». Sí echan de menos las sardinas de Los Chorritos, y no entienden porque se tuvo que perder para siempre un emblema de la gastronomía trianera como era este popular quiosco de la calle Betis. Hay una cosa de Triana que sí les apena pero a la vez les hace ver que la esencia del barrio perdudará para siempre. El boom inmobiliario provocó que muchos trianeros de siempre, de los nacidos y criados allí, tuvieran que irse a otras zonas de la ciudad porque se disparó el precio de la vivienda en la zona. Muchos están por el resto de barrios de la capital, e incluso de la provincia, pero todos tienen una cosa muy clara. «Estemos donde estemos la esencia de Triana siempre la llevamos con nosotros. Y cuando vamos al barrio notamos que el alma de Triana está ahí y no se ha ido. No sé si será la luz que tiene este cielo, la temperatura o los propios trianeros, pero ese alma que tiene Triana, y lo digo de nuevo, no la tiene ningún sitio del mundo». Son Carlos y Mario, Cantores de Híspalis y Trianeros del Año. Ahí es nada.

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