Por más que lleve años diciéndolo, si hago cuentas sólo me habrán leído un par de veces el que, desde que decidiera cambiar su Nueva York natal por la vieja Europa que representa Londres, el cine de Woody Allen ha ido perdiendo poco a poco todo aquello que lo hacía grande. Y aunque tal afirmación pueda tener un par de adendos en cuanto que las dos cintas previas a su nueva etapa fueron sendas decepciones (Todo lo demás y Melinda y Melinda) no deja por ello de tener una vigencia que adquiere renovados votos con esta Conocerás al hombre..., una película que ejemplifica, quizás mejor que ninguna otra, lo perdido que está el cine del maestro de la comedia.
Razones se podrían buscar muchas, pero hoy voy a centrarme sólo en dos. La primera es que a Allen ya no le funcionan sus arquetipos. Y me explico. Si algo ha sabido el neyorquino a lo largo de su carrera es trabajar casi siempre con los mismos personajes, introduciendo en ellos pequeñas variaciones que insuflaban una vida completamente distinta para cada nueva producción; algo que en la cinta que nos ocupa resulta imposible encontrar.
La segunda es menos visible, pero igual de llamativa, y es el hecho de que una película de Woody Allen sin Woody Allen delante de la cámara no es lo mismo. Y aquí no valen segundas valoraciones ya que sólo se me ocurriría una ocasión (la del pasado año con Si la cosa funciona), en la que el sustituto elegido por el artista para encarnar sus neurosis haya estado a la altura de las circunstancias; algo que resulta especialmente doloroso aquí cuando el espectador tiene que aguantar los demanes de Gemma Jones, la impavidez de Naomi Watts y Anthony Hopkins, lo insulso de Antonio Banderas o lo indescriptiblemente inadecuado de la elección de Josh Brolin, actores todos de probado talento que en manos de olvidable guión de Allen se convierten en principiantes, que parecen buscar constantemente el pie que les ayude a continuar con los diálogos.