La Plaza de Toros de Sevilla es un bien de interés cultural sometido a la máxima protección patrimonial. Se trata de uno de los símbolos de la Sevilla monumental y un templo de la tauromaquia junto al coso de Las Ventas de Madrid. Su peculiaridad patrimonial, en cambio, no debe ser excusa para que no cumpla las normas de seguridad y evacuación que ordena la Dirección General de Espectáculos Públicos de la Junta de Andalucía.
El Teniente de Hermano Mayor de la Real Maestranza de Caballería, Alfonso Guajardo-Fajardo, anunció en una entrevista a El Correo esta semana la necesidad de reabrir el debate sobre la ampliación de la Plaza de Toros, propiedad de los maestrantes y que en la actualidad explota comercialmente la empresa Pagés. Guajardo plantea "airear el debate" y rescatar el proyecto que en su día diseñara el arquitecto Aurelio Gómez de Terreros, que fue aparcado finalmente por la falta de consenso.
En líneas generales, planteaba hundir el coso, reducir sus dimensiones -muchos toreros ven el ruedo demasiado grande para la lidia- y ganar tres filas de barrera para así obtener un mayor aforo. Guajardo ha realizado estas declaraciones tras su reelección al frente de la Maestranza y en plena obra de adecuación de las gradas, que reducirán aún más el aforo de la plaza hasta quedarse en 10.500 localidades, un número realmente exiguo para un coso de primera. Reabrir el debate de la reforma es tan importante como delicado, sobre todo porque se trata de tocar un símbolo de la ciudad.
Es legítimo que la propiedad quiera aumentar las localidades de una plaza de primera como la de Sevilla, descompensada en aforo respecto a otras. Hará falta el máximo consenso para ejecutarla, lo que debería servir para solucionar los problemas de accesibilidad y evacuación que tienen actualmente los tendidos de la plaza, como se está haciendo en las gradas. Sólo así, la Maestranza será de verdad una plaza de primera.
