Cultura

Contrastes expresivos y apasionados

El pianista evidenció un gran dominio del teclado y una singular personalidad traducida en toques secos y cortos así como una incontestable habilidad para manejar pasajes fuertes y violentos con notable expresividad.

el 12 mar 2014 / 09:18 h.

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ÓSCAR CARAVACA *** Ciclo Jóvenes Intérpretes de Juventudes Musicales. Lugar: Pabellón de Juventudes Musicales en el Parque Mª Luisa. Fecha: Martes 11 de marzo de 2014. Óscar Caravaca, piano. Programa: Obras de Mompou, Beethoven, Brahms y Janácek. Coincidiendo con la reciente y lujosa edición de la integral para piano de Frederic Mompou a cargo de Adolf Pla, el programa del joven mallorquín Óscar Caravaca transitó por varias de estas obras, combinándolas en un intencionado juego de contrastes con piezas de Beethoven, Brahms y Janácek. Con una breve e ilustrativa charla de introducción, el intérprete dio paso a un concierto ofrecido sin pausa y sin partituras. Un esfuerzo titánico con el que el pianista evidenció un gran dominio del teclado y una singular personalidad traducida en toques secos y cortos así como una incontestable habilidad para manejar pasajes fuertes y violentos con notable expresividad. El tiempo juega en su favor y aún puede combinar ese fuerte temperamento con una mayor delicadeza y lirismo donde merezca. Cerca estuvo no obstante de reflejar esa inocencia y sinceridad que expiden las notas de Mompou, ese anhelo por recuperar la infancia perdida, que con algo más de espíritu poético y melancólico habrían logrado el efecto hipnótico que persiguen piezas como Paisajes (nos. 1 y 2), Impresiones íntimas (nº 8) o Canciones y danzas (nº 6), su ciclo más conocido. De Beethoven ofreció una lectura sólida, a veces incluso muy meditada y reflexiva, de la Sonata nº 17 “La tempestad”, buscando el paralelismo con la obra shakesperiana por mucho que la anécdota sobre su inspiración no esté probada. Tras un tormentoso e intrincado inicio se echó en falta algo más de lirismo y cantabilidad en el Adagio, así como una mayor ensoñación y ligereza en el Allegretto. En el Scherzo Op. 4 de Brahms, una obra contundente pero repudiada por su autor, exhibió fuerza y vitalidad sin concesiones; y con la trágica Sonata 1.X.1905, curiosamente también rechazada por su autor en un principio y que fue interpretada hace exactamente dos años por Mikhail Rudy en el Maestranza, Caravaca exprimió considerable y satisfactoriamente sus múltiples posibilidades dramáticas.

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