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Convivencia de la Feria

Una de las palabras más usadas desde hace meses es la de convivencia, pero no referida a los matrimonios, ni a los chavales que ahora se hacen novios cuando se van a convivir, ni a los vecinos; se la usa para referirse a la Feria.

el 16 sep 2009 / 00:55 h.

Una de las palabras más usadas desde hace meses es la de convivencia, pero no referida a los matrimonios, ni a los chavales que ahora se hacen novios cuando se van a convivir, ni a los vecinos; se la usa para referirse a la Feria, que un día amanece teniendo que convivir con la Ciudad de la Justicia, otro con un colegio, desde el jueves convive con el Metro y ahora parece que lo hará nada menos que con dos facultades universitarias. Bueno, ¿y qué? Parece como si desde la eternidad la Feria de Abril hubiera estado en ese descampado al que le tuvieron que poner el primer año no sé cuantas portadas para que se olvidara cuanto antes el Prado de San Sebastián. No hay memoria de que el Prado fue otro descampado, que tenía por límites una fábrica de tabacos, el cementerio de San Sebastián que nos dejó Richard Ford entre sus dibujos y un rastro, el de San Bernardo. Por su mismo borde pasó algunos años la cofradía del arrabal conviviendo con los burros y caballos de su mercado; después le fueron naciendo las traseras de la Plaza de España, la estación térmica de Sevillana con su chimenea, la de autobuses, los juzgados y la audiencia? En fin, que también hubo de convivir con todo lo que se terció.

Y es que la Feria de Sevilla, más que a esas otras cientos de hijas que le salieron a lo largo y ancho de la geografía patria y siguen en descampados, continúa pareciéndose a la taberna que, según la rapsodia de los Quintero, puso el señor don Hércules allá por los principios: cuatro tablas,/ cuatro bancos, cuatro mesas,/ dos barriles, una tisa,?/dose chatos, dose cañas/ y dos carteles de Feria. La puso en su Alameda con tanto éxito de crítica y público que ahora hay cien. Cien tabernas que de hoy a la madrugá convivirán con las cofradías. La primera, La Hiniesta con el alcalde delante. Sevilla, territorio maldito del teatro obra.

Antonio Zoido es escritor e historiador

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