La crisis no nos quita las ganas de cachondeo, pero agudiza el ingenio a la hora de gastar, sobre todo, en vísperas de la Feria. Para darse cuenta de ello sólo hay que darse una vuelta por el Centro estos días y observar las idas y venidas de las bolsas decoradas con motivos de lunares o flores. La cuestión es cuán cargadas están esas bolsas y a qué precio.
Puente y Pellón es, sin duda, una de las arterias de las compras de artículos de Feria. Nada más entrar desde la Encarnación la tienda de Micaela Villa "regala" flores y mantillos con cada traje.
El chorreo de clientes es constante y entre los muchos que entran, miran y salen sin comprar nada se encuentran los ojeadores. María Jesús es una de ellos, entra en las tienda para "coger ideas" con las que confeccionar su propio traje. "La necesidad aprieta, pero a mí nadie me quita la fiesta", asegura. El plan es perfecto, asistir a unas cuantas clases de corte y confección de los talleres del Ayuntamiento "para apañarse una misma un traje nuevo".
No es de extrañar que los establecimientos que venden tela por metros se vistan de Feria estos días. Es el caso del local vecino, Arias Almacenes, que luce en sus escaparates siluetas flamencas. Nada más entrar se escuchan las sevillanas de toda la vida y te apuntan los rollos de telas estampadas más baratos, apenas a un euro por metro.
Este tipo de negocios es muy frecuentado por modistas que encuentran en su habilidad la mejor manera de ahorrar.
"Para esta Feria, le he hecho un traje a mi hija con la tela que me sobró el año pasado, mezclándola con unos trozos nuevos", explica Concepción. Ser creativo ahorra dinero, "yo al final no me he gastado más de 15 euros", asegura.
Sin embargo, hay oficios con los que es imposible asegurarse un sitio en la Feria. María recoge los trajes de sus hijas en la tienda de Asunción Peña, parece que en la familia las cosas van bien. "Mis hijas sí que están desahogadas este año y se han comprado sus cosas, pero mi hijo, que es fontanero, lo está pasando fatal y sólo va a pisar la Feria un día para llevar a mi nieto", relata.
Los hijos son uno de los principales motivos para gastar en las fiestas. "Este año les hemos comprado sombreros nuevos a los niños, pero he arreglado los trajes", comenta Nazaret a la salida de la tienda de sombreros y equitación Antonio García. "Está la cosa mal, iremos menos días que el año pasado", añade su marido."Este mes no voy a pagar la letra del coche y el que viene ya se verá", bromea, o no...
El factor hipoteca es, sin lugar a dudas, otro de los condicionantes para darse un capricho en la Feria. Eso es lo que diferencia a Isabel de Cristina. ambas son hermanas y trabajan en una tienda de ropa, pero la primera vive con sus padres, mientras que la segunda está pagando su propia casa. Isabel se ha comprado este año un traje nuevo y piensa ir a la Feria todos los días. Cristina, por el contrario, sólo ha renovado el juego de complementos, "por nueve euros", pretende ir "no más de un par de días" y cambiar las gambas por la tortilla de patatas.
En la misma calle Alcacería de la Loza está el negocio de Antonio Hierro. Allí, Nuria se zambulle en la vorágine de pendientes, collares y pulseras que ofrecen los estantes. "Al principio no te aprietas el cinturón, pero conforme vas gastando empiezas a recortar", explica. "Yo, por ejemplo, me he comprado un traje nuevo de 200 euros, pero ahora estoy buscando ahorrar un poquillo en los accesorios y seguro que, al final, voy menos días", comenta.
Así, los complementos se revelan como otro de los elementos donde se escatiman gastos. "Hay en muchas tiendas y a muchos precios", opina Magdalena tras salir de Estoque. "Los pendientes y las peinetas tienes que cambiarlos todos los años, porque siempre se te pierden o se te rompen, pero las pulseras y los abanicos duran más", afirma. "De hecho, las pulseras que llevo en Feria las uso el resto del año, algo te ahorras en eso", apunta.
Dejando atrás la Alfalfa, abajo de la cuesta del Rosario, se encuentra otro lugar de peregrinación feriante, la calle Francos.
En una de sus esquinas hay un local de Vinda Complemetos, donde María asesora a su hija, Marta, para personalizar unos pendientes. "La crisis se nota y este año iré poco, aunque ir hay que ir", sentencia.