Pues ya conocemos la historia del gorro de José María del Nido. Comprado en la Plaza Mayor de Madrid, el presidente nervionense lo estrenó en el Camp Nou y ayer, ante el buen resultado de la ida, quiso repetir y probar la fortuna que con él va asociada, por el momento. Tanto es así que tras el encuentro, en el palco, comentó jovialmente que lo luciría en todas las eliminatorias hasta llegar a la final de la Copa del Rey. Sin duda, el gorro le ha salido bueno, bastante bueno.
En cualquier caso, no estaría de más combinar el buen sombrero del presidente con algunas virtudes más que conviertan al Sevilla en invencible, al menos en esta competición del KO que da tantas alegrías a los nervionenses en los últimos años. Para empezar, estaría bien que el gorro fuera acompado, de entrada, de Luis Fabiano y Kanouté. Se les echa de menos, sobre todo si Negredo, todo voluntad, está negado. No marca, pero tampoco ofrece las prestaciones que debe. Ayer debió, aunque no pudo, oxigenar más al equipo, tener más la pelota.
Evidentemente, el singular bombín de Del Nido ya lleva el sello de la lucha y la pelea de su equipo, y que no la abandone por Dios. Esta eliminatoria ante el Barça, más que buen juego, que en esta etapa de la temporada brilla por su ausencia en el conjunto nervionense, ha sido superada por agallas, por kilómetros recorridos y por casta y coraje, haciendo bueno el himno nervionense. Si algo mejora el fútbol del equipo de Jiménez, tendrá mucho recorrido en el que el mayor obstáculo es el próximo, el Deportivo. El resto debe ser más que diáfano.
Y el gorro del dirigente hispalense va a ser acompañado, después de la eliminatoria superada, de Manolo Jiménez. No estaba en la picota, pero sí en entredicho. Eliminando al Barcelona no sólo da el bombazo de la Copa, gana margen, confianza y continuidad. Si hay final de Copa, puede que hasta de más años.