Raquel Sanz Galiano. / José Luis Montero Su padre le metió la empresa en vena. De pequeña le dejaba corretear entre las cámaras frigoríficas, y ya de mayor le hacía partícipe de sus «proyectos y ambiciones». «Era como el cortejo del novio para que, al final, me casara con él». Raquel Sanz, licenciada en Derecho, 30 años y madre de un niño, dirige una compañía familiar en un negocio dominado por los hombres. Por ello, habla como empresaria y como mujer. ¿Y qué se congela en esta empresa? Somos un almacén polivalente de productos perecederos: pesqueros, cárnicos, frutas y hortalizas,... Los almacenamos a temperatura controlada, ya sea en negativo o en positivo, es decir, refrigerados o congelados. Esta empresa es la única que, en Sevilla, tiene túnel de congelación. Junto a ello, una sala de elaboración para nosotros, pues también tenemos tres puestos de pescado y marisco en Mercasevilla, o para nuestros clientes. -No es una simple nevera Para nada. Un cliente puede traer la mercancía, congelarla y llevársela, pero también actuamos como depósito con muchas referencias, desde pizzas hasta croquetas pasando por gambas o helados, y todos los días hacemos servicio de reparto a petición del cliente. Es decir, preparamos el pedido según su orden, y desde aquí salen directamente hacia tiendas, restaurantes, etcétera. -Se enfría y se maneja. En efecto. Por un lado está el frío, por otro el manejo, que incluye descarga de contenedores, entradas y salidas de mercancías. Desde pez espada a granel que tienes que coger con gancho hasta palé de pez espada preparado, pasando por contenedores de variada mercancía que tenemos que clasificar a petición del cliente, paletizar y conservar en cámara en función de la órdenes de éste y del stock que tenga. Es un servicio integral. -¿En cuántas instalaciones? Éstas del Puerto de Sevilla, también en el Polígono La Isla y en el entorno del Puerto de Huelva, y además también alquilamos frigoríficos externos en Sevilla. -¿Los mayores de Sevilla? Sí. -¿Sólo instalaciones en Sevilla? No. Mi padre ha sido un trotamundos... Conservamos una planta en Marruecos, en la localidad de Kenitra, dedicada a la limpieza de chocos y almejas y a la distribución de pescado y precocinados. -Cuénteme de ese marinero Mi padre era un gran importador de pescado. Su principal preocupación era cómo se iba el dinero en el almacenaje y mantenimiento de la mercancía. Los clientes de pescado y marisco siempre han sido de ver aquello que compran, de ir al almacén y comprobar la mercancía. Esto le obligaba a alquilar cámaras en toda España. En 1992 el propietario de estas instalaciones suspendió pagos y llegó su oportunidad. Yo era entonces pequeñita, jugaba aquí porque mi padre siempre estaba trabajando, y este permanente contacto con el negocio hizo que, a pesar de licenciarme en Derecho, aquí me quedara. -Palabras que sugieren vocación. Cualquiera lo diría en negocio tan frío. Esto es un medio de vida, sí, pero también es vocacional porque me he criado en este entorno. El que más y el que menos en esta plantilla llevan década y media o casi dos décadas trabajando con nosotros, son parte de mi familia. Me han visto corretear. La calidad humana es tan importante como la profesional, de ahí la confianza que depositan los clientes. -¿Y la crisis económica? Nos ha afectado, como a todos, si bien menos al igual que la alimentación. Lo peor ha sido la energía, una cuesta arriba brutal. Mientras que yo he tenido que ajustar los precios a mis clientes debido a la crisis, la luz no ha dejado de subir, y ahí ha radicado nuestra principal turbulencia. Aun así, no hemos dejado de crecer, hemos ampliado negocio e instalaciones, de hecho las de Huelva las inauguramos en septiembre del año pasado, y seguimos contratando. -¿Grandes o pequeños clientes? De todo. Desde el pequeño que me trae un palé de sorbetes hasta el grande con dos o tres camiones diarios. De pescado, de mariscos, de pollos, de helados, de precocinados, de fresas. Estoy desbordada. Estoy alquilando frío externo y tengo como proyecto inmediato ampliar estas instalaciones, para lo que estoy a la espera de una respuesta del Puerto de Sevilla. Proyectos tengo muchos porque no doy abasto pero me frenan los bancos. Aún acudir a ellos es deprimente. -Negocio creciente como también la comida congelada y preparada. Eso y porque la importación y exportación requieren frío y Sevilla tiene una ubicación estratégica. -¿Dragado sí o no? Sí. Tajante. Si se acomete el dragado del río, el Puerto de Sevilla mejora, crece, se hace más competitivo, y con él también Sevilla. Ahora el Puerto es como una carretera secundaria, y puede convertirse en autopista. -¿Personal y facturación? Más de 30 personas y unos 5 millones de euros anuales. -¿Cómo ha sido el tránsito del padre a la hija? Muy bien. Dijo un día toma mi silla, yo no quiero ya saber nada. Y no es que esté desligado, no está quieto, pero me deja tomar las decisiones, acertar, equivocarme, aprender de los errores como él aprendió de los suyos. Somos generaciones distintas pero, a pesar de todas las tecnologías de la mía, soy como la suya, cojo el coche y me planto a ver al cliente. A la calle. -¿Me acepta el comentario de que este negocio no es precisamente de mujeres? Sí, claro, porque lo veo todos los días con mis propios ojos. Eso sí, también le digo que las pocas mujeres que están en este negocio son guerreras y muy buenas profesionales. -¿Cómo afronta usted una negociación por ejemplo con un pescadero llamémosle de los antiguos? Te encuentras de todo. Por ser mujer y joven hay quienes van de listos y hay quienes van al puro negocio y son sumamente educados, y le estoy siendo lo más sincera que puedo. A mi favor juega ser hija de mi padre, la calidad humana, la seriedad de la empresa. Eso sí, burradas, muchas. -Y ante ellas, ¿cómo reacciona? No las ignoro, me siento impotente y no es agradable. Pero no me afectan. Si yo fuera hombre, este negocio sería más fácil, por supuesto, podría estrechar lazos con trabajadores y clientes yéndome a almorzar, cenar o tomar una copa, pero siendo mujer aún tienes que andar con mucho cuidado para evitar equívocos. Pero eso no tiene por qué hacerte el negocio cuesta arriba. De hecho, aquí estoy. -¿Y la conciliación de la vida familiar y personal? Soy madre, divorciada, y me exijo a mí misma esa conciliación. Es difícil y, siendo mujer, te enturbia tu vida profesional, pero me lo impongo.