Entiendo que los dirigentes béticos pidan prudencia sabiendo que en fútbol nunca se deben lanzar campanas al vuelo hasta conseguir los objetivos. Es perfectamente entendible. Ahora bien, la euforia justificada de la afición verdiblanca está avalada por el buen juego del equipo y los resultados que acompañan. Cuarto en la tabla, tres puntos de ventaja sobre el Málaga y ambientando a lo grande el partido del domingo ante el FCBarcelona son motivos para pensar en presentar credenciales europeas.
En el mal llamado Tourmalet del calendario, simplemente porque Tourmalet es solo un puerto y el calendario coloca dos de primera categoría –Real Madrid y FC Barcelona– con un llano (Deportivo de La Coruña), el Betis ha hecho 6 puntos de 6 a falta del partido del domingo ante el Barça. Toda una heroicidad vistos los jirones que van dejando en sus adversarios este trío de encuentros. Y para euforia de su afición, la permanencia que se le pedía al equipo se ha convertido en aspiración europea.
Queda mucha Liga, pero la esperanza es hoy compañera de un equipo que ha hecho méritos para merecerla.
Victoria con peso en La Coruña (2-3). Por buen fútbol, por capacidad atacante, el Betis se puso con 0-2 en el marcador merced a los tantos de Rubén Castro, un futbolista que durante seis temporadas cedió el Deportivo y no conoció las mieles de Riazor. Después, en dos errores verdiblancos, Riki le empató el partido y aprovechó un golazo del costarricense Campbell para anotar el tercero y lograr la victoria en un partido vibrante, de muy buen juego, agradable para el espectador neutral y emocionante para los leales de los equipos. Cuando se gana, todo se ve bajo un prisma distinto, y más cuando se mira a la clasificación, y para remate, en el cartel del domingo se anuncia al Barcelona con Messi a la búsqueda del record de Gerd Müller. Esto sí que es ambientar un partido.
Esta noche tenemos el final de la jornada 14. Se juega en lunes y a las 21.30, día y hora antifútbol, pero los que pagan mandan. En el Sánchez-Pizjuán, Sevilla-Valladolid. Un Sevilla sin su pareja de centrales (Fazio-Spahic), sin su canalizador de juego (Rakitic) y sin su goleador (Negredo). La plantilla la conforman todos sus componentes y en estos casos es cuando se requieren los esfuerzos. El Valladolid es un rival serio que juega bien y se ha asentado firme tras el ascenso. El Sevilla, juegue quien juegue, no puede dejar escapar un punto. Interesante encuentro, aun en lunes.
