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Crédito público contra 'credit crunch'

De momento, la banca española parece, en general, libre de los problemas de solvencia que tiene la de otros países desarrollados, pero, ¿de qué nos sirve? Por lo que a la economía real respecta, en nada estamos notando esta mejor situación: siguen sin prestar y, todavía peor...

el 15 sep 2009 / 22:39 h.

De momento, la banca española parece, en general, libre de los problemas de solvencia que tiene la de otros países desarrollados, pero, ¿de qué nos sirve? Por lo que a la economía real respecta, en nada estamos notando esta mejor situación: siguen sin prestar y, todavía peor, responden con arrogancia poco disimulada a los reproches, al tiempo que largan la mano para recoger unas ayudas gubernamentales tan generosas que tienen como único coste escuchar de cuando en cuando una tímida reprimenda, sin que se ponga en cuestión ni la continuidad de las ayudas ni mucho menos el status quo de la banca privada. Que, a día de hoy, vienen a ser la misma cosa.

Se trata de una parálisis financiera que se extiende por toda Europa, como confirmaba la semana pasada una encuesta publicada por el Banco Central Europeo repasando, por un lado, la actividad crediticia en el último trimestre de 2008 y estimando, por otro lado, la evolución en el primer trimestre de 2009. La mayoría de los 112 bancos encuestados reconoce haber endurecido sus condiciones. Las previsiones son de mayor contracción en 2009. Así pues, el problema es global, pero difícilmente pueden augurarse soluciones globales a nivel UE. Ya está costando trabajo frenar un abierto sálvese-quien-pueda.

El mismo presidente del Santander admitía que, con la caída de los indicadores económicos, es "imposible e irresponsable" que aumente el crédito. Pero es justo lo contrario: lo irresponsable es cortar el grifo de manera tan brutal que amenaza colapsar toda la actividad, incluida, también, la bancaria. Por otra parte, mantener el crédito en niveles de crecimiento aceptables es posible. Otra cosa es que no baste con el recurso a la tradicional política monetaria y exija más audacia. O, tal vez, verse con el agua más al cuello.

No perdamos de vista que de la crisis sólo se saldrá en tanto comience a circular crédito de manera tal que permita a las familias solventes consumir y a las empresas con buenas perspectivas, invertir y contratar gente. Lo que no tiene sentido es que buena parte de nuestro potencial productivo esté bloqueado por un mero estrangulamiento del crédito cuya motivo principal es el franco derrumbamiento del actual modelo de banca privada, incapaz de transmitir a la economía el efecto dinamizador de las bajadas de tipos acordadas por todos los bancos centrales. El instrumento que hubiera servido para superar este impasse, una banca pública poderosa (Caja Postal, Banco Exterior, etc.), fue malbaratado en la ola privatizadora de finales del siglo pasado. Tal vez sea el momento de, por puro pragmatismo y ante la rigidez y opacidad de los bancos tradicionales, pensar en ir poco a poco reconstituyéndola.

En España, a día de hoy, con unas cifras de paro dramáticas, no es inteligente plantearnos "tener paciencia" con las soluciones y con los problemas. Debemos, ya digo, admitir que el intento de inyectar liquidez a la economía vía banca privada ha fallado trágicamente (al menos por lo que a su objetivo confesado se refiere), y que es una vía muerta. La sugerencia que ahora anda rondando por ahí de crear un "banco malo" a costa del contribuyente es más de lo mismo. Visto lo visto, la solución de urgencia sólo la puede proporcionar el crédito público directo.

Además, ya puestos, ¿por qué deberían unas autoridades que estuviesen genuinamente interesadas en solucionar la crisis crediticia montar un banco malo si, con el mismo trabajo, podrían crear un banco bueno, es decir, uno que prestase dinero y fuese un transmisor eficaz de las medidas monetarias?

Catedrático de Hacienda Pública

jsanchezm@uma.es

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