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Crisis: capital y trabajo

La crisis? que la paguen? los capitalistas!". Así resonaban hace años los gritos de los manifestantes en la crisis anterior. Visto lo visto, no sirvió para mucho: la especulación galopante, el engaño entre valor y precio en el negocio inmobiliario y el endeudamiento hipotecario, con el embaucamiento sobre la creencia de que lo que se compraba valía lo que se pagaba...

el 15 sep 2009 / 22:42 h.

La crisis? que la paguen? los capitalistas!". Así resonaban hace años los gritos de los manifestantes en la crisis anterior. Visto lo visto, no sirvió para mucho: la especulación galopante, el engaño entre valor y precio en el negocio inmobiliario y el endeudamiento hipotecario, con el embaucamiento sobre la creencia de que lo que se compraba valía lo que se pagaba (se debía). ¡Todos ricos!.

Aquel grito no se oyó ayer entre los asistentes a la ceremonia de la confusión convocada por el PP en Málaga. Más bien, entre muchos de ellos, correría telepáticamente un pensamiento: "¡La crisis que no la paguemos los capitalistas!"; es decir, que ésta tan gorda vuelvan a pagarla los pardillos y no los que esperan volver a engolfarse en el beneficio especulativo. El cinismo es gratis.

Hace cuarenta años, ante las drásticas medidas urbanísticas que adoptó unánimemente la primera corporación municipal democrática de Sevilla, algunos medios de comunicación y representantes patronales sacaron el espantajo del paro. "Sean sinceros, hablen ustedes de la crisis del beneficio a costa de cargarse la ciudad", era la respuesta que más les molestaba, pero el argumento del desempleo contaminó incluso a algunos líderes sindicales y del propio PCE.

Aquella crisis del 79, la del 92, y ahora también ésta, tienen en común el hecho de que el sistema económico liga capital y trabajo. Sin emprendimiento no hay empleo. Pero del mismo modo que todo el empleo no es igual, también hay que distinguir entre empresas y negocios, producción y especulación. He aprendido a respetar y admirar a empresarios capaces de generar empleo, y beneficio, en la economía real, generadora de valor (no precio) añadido. Nuestra Constitución consagra el sistema de la economía social de mercado. Economía social: ese es el paradigma que ha marcado el carácter de la Europa salida de la Segunda Guerra Mundial.

Con la complicidad del financiero (¡incluidas las cajas de ahorro!), la huida hacia delante del sector inmobiliario, y la especulación desbocada en bienes estratégicos como el de la energía, ha sido tal que se ha llegado a decir que la crisis actual pudiera derivar en el caos. Y muchos bienintencionados desean que tal cosa suceda.

Pero visto el panorama mundial económico y político, creo que lo deseable sería que el sistema, a través de la misión que compete al Estado en España, y mediante directivas europeas, fuéramos capaces de introducir una mutación sistémica de muy mayoritario refrendo social, por la que se desligara en las normas del mercado los beneficios lícitos de los ilícitos, los productivos de los especulativos, introduciéndose fuertes gravámenes a estos últimos, por ejemplo en el segmento de las plusvalías del suelo, generadas por expectativas que sólo pueden ser consideradas como sociales, y cuya repercusión en el precio de los bienes inmobiliarios ha generado, al menos en nuestro país, una dislocación insostenible para las economías familiares. ¡La crisis? que la paguen? los capitalistas? especulativos!.

Catedrático de Arquitectura de la Hispalense

vpe@us.es

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