La desaceleración económica, que afecta principalmente al sector inmobiliario, y el elevado precio del petróleo harán que, por primera vez en tres años, las cuentas del Estado terminen 2008 en equilibrio, esto es, sin superávit público, según reconoció el secretario de Estado de Hacienda y Presupuestos, Carlos Ocaña.
Al facilitar los datos sobre ejecución presupuestaria hasta abril, Ocaña auguró que las cuentas estatales terminarán el año "en equilibrio", mientras que la Seguridad Social, "con enorme probabilidad", acabará 2008 con superávit. Señaló que al citado equilibrio se llegará una vez introducida la modificación del IRPF con la deducción de los 400 euros, que supondrá una merma de ingresos "de más de 5.000 millones".
En concreto, el superávit estatal para los primeros cuatro meses del año cayó el 55,9%, hasta 8.907 millones, frente a los 20.175 de un año antes. Mientras, las cuentas de la Seguridad Social tuvieron un saldo positivo de 10.877 millones al cierre de abril, un 19,7% más.
Carlos Ocaña atribuyó la caída del superávit estatal, que equivale al 0,8% del Producto Interior Bruto (PIB), a la desaceleración que atraviesa la economía -y que afecta de manera más pronunciada al sector inmobiliario-, así como al precio del crudo, "que está aumentando los costes empresariales y por tanto reduciendo sus beneficios".
El superávit en contabilidad nacional fue resultado de unos ingresos de 56.125 millones, el 9,9% menos que en el primer cuatrimestre de 2007, frente a unos pagos que, aunque inferiores (47.218 millones), aumentaron el 12,1% en ese periodo. En términos de caja -con pagos efectuados y no sólo comprometidos-, el superávit fue de 8.376 millones, el 49,3% menos.
Los ingresos, tanto del Estado como de las comunidades y ayuntamientos, alcanzaron los 74.262 millones, el 5,2% por ciento inferiores. Los impuestos directos aportaron 34.659 millones, tras descender el 5,9%. De éstos, destaca la "fortaleza" que mantuvo el IRPF, que subió un 9,2% por los ingresos de las retenciones del trabajo y del capital.
Por el contrario, la recaudación por el Impuesto de Sociedades se redujo un 59,5% debido, según Carlos Ocaña, a que se amplió el plazo del primer pago fraccionado hasta el 5 de mayo y se modificó su forma de cálculo. Hacienda, asimismo, se embolsó por impuestos indirectos 34.490 millones, con un retroceso del 7,9%. Dentro de éstos, el IVA aportó 27.079 millones, con recorte del 10,2% menos, debido, un mes más, a la menor aportación del sector de la construcción y a la alta cotización del petróleo.
Los impuestos especiales se elevaron a 6.352 millones, el 1,6% más y, dentro de éstos, el que grava el tabaco aumentó un 9,10%, y el de hidrocarburos se redujo el 3,1% por el inferior consumo ante al encarecimiento de los carburantes.
Por lo que se refiere a los pagos, y teniendo en cuenta los de las comunidades autónomas y los ayuntamientos, sumaron 47.870 millones, un 5% más que un año antes. Si se desglosan, los gastos financieros supusieron 6.853 millones, tras subir el 10,8%, mientras que los de personal se elevaron el 6,4%, hasta los 7.409 millones.
El Gobierno esperaba que el superávit del Estado cerrara este ejercicio en el 0,4% del Producto Interior Bruto (PIB) y hace tan sólo una semana el ministro de Economía, Pedro Solbes, confiaba en que las cuentas públicas aún reflejaran excedente a finales de diciembre próximo. Para Carlos Ocaña, la menor recaudación por impuestos muestra de forma fiel el contexto de desaceleración económica.