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'Cuando cogí la corona para acercarla al paso, no sé si estaba soñando'

Es el hombre que llevó el timón de la hermandad de la Esperanza de Triana el año de la coronación, hace ya cinco lustros. A sus 86 años, este reputado otorrino está viviendo los actos conmemorativos con el corazón mnás que con la vista, porque, como él mismo dice, anda un tanto cegatón.

el 16 sep 2009 / 03:42 h.

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-25 años después de la coronación, ¿cómo está viviendo los fastos conmemorativos?

-Viendo felices a los demás soy yo feliz. Pero verlo, poco. Tengo una trombosis en el ojo izquierdo y un daño de mácula en el derecho. No veo más que bultos, figuras.

-Seguro que a la Esperanza no necesita verla para imaginársela en estos días.

-Sí, pero aunque me la sepa de memoria, hay veces que me gustaría verla en realidad.

-El domingo pasado, nada menos que de fiscal de paso. Disfrutaría usted, ¿verdad?

-Viví una hora de maravilla. La saqué de la capilla y llegué hasta el Altozano. Mucha gente decía: "¿A quién se le ocurre dejar esto para el día del Rocío?". Pero el domingo hubo dos Rocíos, porque hubo más gente que el día de la propia coronación.

-Remontémonos a principios de los ochenta. ¿Cómo se gestó la coronación?

-Ya se venía hablando desde hacía tiempo. Un día con motivo de una visita al cardenal, le hablé algo sobre las coronaciones de las vírgenes y salió la conversación por otro lado. Pero otra vez que fui a visitarlo para invitarlo a los cultos del Cristo me insistió en los requisitos que debían cumplir las imágenes coronadas. A los pocos meses, durante el triduo a la Virgen en diciembre de 1981, ya nos decidimos a escribir al señor cardenal para exponerle nuestro deseo de coronar a la Esperanza por el amor que le tenía al pueblo.

-¿Temieron que la enfermedad de Bueno Monreal paralizara la coronación?

-Cuando nos enteramos de que había sufrido un ictus en Roma fuimos a hablar con el vicario, don Antonio Domínguez Valverde, que se había quedado al frente de la sede, y nos dijo que continuáramos adelante.

-¿Cuándo supieron que la Virgen se coronaría?

-Por un llamada del teléfono del vicario el día de San Juan del año 83.

-Lo de que viniera la bula firmada por el Papa fue una auténtica sopera.

-Y tanto. Cuando vimos el sello del pescador... Yo creo que fue una delicadeza de Juan Pablo II a la sede de Sevilla, a Bueno Monreal y al señor arzobispo.

-Y encima, le nombran pregonero el año de la coronación de la Virgen.

-Fue en diciembre de 1983. Primero me llamaron del Consejo y luego el señor arzobispo, que fue cuando ya lo tomé más en serio, porque como aquí en Triana hay tanto guasón... No sé cómo no me desmayé. En mi pregón hablé de las hermandades, porque las cofradías sin hermandades no existen. No dije ni jota de la coronación... es más, no me atreví ni a hablar de las vírgenes de Sevilla. Hablé de que Sevilla estaba dormida y le pedí al Gran Poder que la despertara.

-¿Por qué se eligió a las Mínimas como madrinas de la coronación?

-Porque son las monjas de clausura de Triana. Porque la hermandad siempre ha tenido muchas deferencias con ellas. Y porque yo entonces tenía la consulta en Pagés del Corro y a algunas de ellas la llevaban para que le viera la garganta y la nariz. Son unas santas todas.

-¿Qué instante le quedó grabado del día de la coronación?

-Cuando me dijeron que cogiera la corona y se la acercara al señor cardenal para que pusiera la mano, como bendiciéndola. Entonces me dijo el arzobispo, sígame usted con la corona hasta el paso. En esos momentos, no sé si andaba o estaba dormido.

-¿Qué momento cree que vive ahora la hermandad?

-Un momento muy bueno, de felicidad, no sólo ella sino todo el barrio y Sevilla. Como ustedes vieron, no sólo Triana iba con la Virgen. Aquello fue el despertar de Sevilla que yo pedía en mi pregón. Y es que Sevilla necesita de cuando en cuando que le saquen una imagen querida, venerada, para que nos haga vibrar a todos y la ciudad despierte. Por algo es mariana.

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