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Cuando la defensa es clave

Ante el vigente campeón del calcio, el Inter de Milán que dirige el polémico José Mourinho, el Sevilla exhibió credenciales de firme aspirante a Europa. Gracias a una seguridad defensiva constante, el once de Manolo Jiménez fue capaz de contener el potencial ofensivo neroazzurri.

el 15 sep 2009 / 09:35 h.

Ante el vigente campeón del calcio, el Inter de Milán que dirige el polémico José Mourinho, el Sevilla exhibió credenciales de firme aspirante a Europa. Gracias a una seguridad defensiva constante, el once de Manolo Jiménez fue capaz de contener el potencial ofensivo neroazzurri, basado en el período inaugural en el veneno de Hernán Crespo y, en el segundo tiempo, en la figura del convaleciente Zlatan Ibrahimovic.

En el primer acto, Manolo Jiménez dispuso un 4-4-1-1 para asfixiar la creación del cuadro italiano y equilibrar la posesión de balón con el potencial en la definición. Adriano fue una de las variantes. El brasileño, adaptado al flanco diestro, no fue capaz de penetrar en la ordenada defensa rival.

Jesús Navas figuró en la mediapunta con el propósito de atribuir una mayor verticalidad a las combinaciones de ataque, aunque su habitual velocidad fue secada por un Burdisso eficaz y un intermitente Nelson Rivas. El colombiano fue, sin duda, uno de los principales puntos débiles de los transalpinos, mentalizados en atacar con Hernán Crespo como única referencia clara.

En un grave error de Mosquera en el marcaje -el colombiano dejó patentes sus carencias en el lateral-, Javi Varas logró detener un seco lanzamiento en el área de Balotelli. El esférico circulaba lento en la nutrida línea medular. Con la banda diestra apagada, el conjunto de Nervión careció de ingenio en los últimos metros. Sólo Luis Fabiano, con algunos destellos, fue capaz de inquietar a Julio César.

El cuadro hispalense optó por conceder credibilidad a su seguridad en defensa y, gracias a su cohesión, logró evitar que Crespo, muy activo, batiese a Javi Varas. El meta de Pino Montano, soberbio durante el tiempo reglamentario, atrapó de forma providencial un lanzamiento de Balotelli cuando agonizaba el primer período. Los pupilos de Jiménez replicaban con una posesión efectiva. La política de riesgos calculados redujo el cupo de ocasiones ante la meta italiana.

Con su esquema tipo . La imagen ofrecida en la primera mitad fue el prólogo de una exhibición en directo de una defensa feroz. Con el francés Squillaci en plan líder, Konko atacó con más asiduidad que Mosquera y Jesús Navas, en su lugar natural, fabricó las contras con celeridad y criterio. Jiménez se dedicó a rastrear en su libro de estilo las opciones para dinamitar un encuentro ante un oponente, a priori, superior. Y su decisión, firme y meditada, maniató a las piezas más peligrosas del Inter y multiplicó los espacios en ataque. Koné y Luis Fabiano retaron a Julio César con dos serias ocasiones en un intervalo de apenas diez minutos.

Sin embargo, una de las modificaciones más significativas fue la sustitución de Luis Fabiano por el enrachado Chevantón. El artillero uruguayo no se prodigó en los últimos metros con los fundamentos de su antecesor. Con todo, el de Juan Lacaze acarició el 0-1 en un disparo envenenado que nació tras un formidable envío de tiralíneas de Enzo Maresca. El italiano se ha acoplado con Romaric y, gracias a su polivalencia, ha formado un dúo difícil de anular con el ex del Le Mans. El costamarfileño, cansado en la recta final del choque, reclamó un papel protagonista con envíos en largo medidos y arriesgados.

En los últimos minutos, y con Renato sobre el césped -recuperó Jiménez el 4-4-1-1 inicial-, el Sevilla buscó con decisión el arco neroazzurri. Chevantón no supo mandar a la red un rechace sin dueño en el área pequeña. Fue el último conato de un equipo que continúa consolidando su filosofía. El balance, a modo de estadística, es excelente. Seis encuentros, cero goles encajados.

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