Cultura

"Cuando la gente está hasta las narices, hay revolución"

Manuel Moya presentó ‘Las cenizas de abril’, último premio Fernando Quiñones de novela

el 22 may 2011 / 21:24 h.

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Casualidades de la vida: justo cuando Manuel Moya emprendía la promoción de su novela Las cenizas de abril (Alianza), una novela de intriga y pasiones con la Revolución de los Claveles como telón de fondo, en toda España estallaba lo que se ha dado a conocer como la Spanish Revolution . El escritor, que rechaza cualquier tentación oportunista, se divierte sin embargo comprobando que "gran parte de la atmósfera de la novela es la que se respira estos días en diversas ciudades de nuestro país, por lo que me encuentro muy sorprendido", agrega.

Moya, que ayer presentó en la Feria del Libro de Sevilla su obra -la misma que le valió el premio Fernando Quiñones en su última edición- explica este hecho porque "todas las revoluciones tienen algo en común: estallan cuando la gente está hasta las narices", explica. "En el caso de la revolución portuguesa, era la respuesta a 48 años de una tiranía que ya estaba obsoleta. Los militares aparecieron en escena rompiendo toda lógica, y el pueblo, como ha pasado aquí, se echó a la calle de inmediato. El efecto contagio es fundamental en estos casos".

Las cenizas de abril arranca con el suicidio de Sophia, que acaba de quitarse la vida en un hotel de París. Ha dejado a un amigo el encargo de rescatar su maleta donde se guardan ciertas claves que conciernen a sus vidas. Corren los tiempos previos a la Revolución de los Claveles cuando la muchacha, una joven de familia acomodada, se enamora de Fernando, un idealista radical que transforma su percepción de la vida social y política portuguesa. "Por vivir en Huelva, siempre he sentido la cultura portuguesa como algo con lo que mantengo una vecindad muy estrecha, y en concreto la Revolución de los Claveles era un tema que me atraía desde hace tiempo", afirma Moya.

Crecidos en una Angola azotada por las guerras coloniales, ambos personajes se implican en la lucha contra la dictadura, formando un comando terrorista cuya misión será secuestrar a un agente de la PIDE, la temida policía política, que les anda siguiendo los pasos. Sin embargo, la información que obtienen de su secuestrado les revela no sólo sus métodos expeditivos, sino también una cuestión personal que alterará de forma irreversible sus existencias.

No obstante, el autor de novelas como La mano en el fuego, Majarón o La tierra negra subraya desde el mismo título la extinción a la que parecen condenados los ardores revolucionarios, una visión en cierto modo pesimista de las luchas que cambiaron el mundo en el pasado siglo XX. "La consecuencia del fuego son las cenizas", cabecea el escritor. "Y no es menos cierto que todas las revoluciones han terminado devorando a sus hijos. Lo que quedan son ideales que, con frecuencia, terminan rotos y tirados por el suelo. Y, en muchos casos, esas mismas revoluciones terminan coronando a los de antes", apostilla el autor.

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