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"Cuando se reprime a la oposición, la situación acaba estallando"

A Rafael Bustos, experto en el Magreb árabe, las revueltas de Túnez le pillaron por sorpresa, no así las de Egipto. ¿El motivo? "Porque el país era un polvorín"

el 05 feb 2011 / 20:18 h.

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Rafael Bustos participó esta semana en una mesa redonda en la Fundación Tres Culturas.

-La chispa de las protestas en el mundo árabe la prendió en Túnez un joven que se inmoló. ¿Había algún indicio de que se pudiese producir esta Revolución de los Jazmines?

-No lo esperaba, pero es verdad que cuando se van cerrando todas las puertas a la oposición, la situación tiene que estallar por algún lado, hace que la gente se organice. Además, el crecimiento de Túnez ha sido muy desigual, con un éxodo a las ciudades. Como se ha visto, la revolución ha comenzado en el centro, no en las zonas costeras ni en la capital.

-¿En algún momento pensó que la presión del pueblo pudiese derrocar a Ben Alí?

-No, porque el partido dominante en Túnez, el RDC, tenía tres millones de simpatizantes, cuando el total de la población es de algo más de 10 millones. Lo fundamental ha sido que el Ejército, el colegio de abogados y el principal sindicato del país, la UGTT, elementos del régimen, le dieron la espalda a Ben Alí.

-¿Cuáles eran los puntos débiles del Gobierno de Ben Alí?

-Fundamentalmente las desigualdades sociales y la corrupción. Todo el mundo conocía las historias de la familia de su mujer, la familia Travelsi, que acaparaban 8.000 millones de euros en empresas y negocios.

-En el exterior la imagen de Túnez era la de un país moderno. ¿Cómo se ha podido maquillar tanto su verdadera realidad?

-Por la obsesión que hay con el islamismo. Por ello, el régimen de Ben Alí era un mal menor. Además el país crecía económicamente, era laicista, más o menos similar al de algunos países europeos, donde la mujer tiene sus derechos y el nivel de la educación está subiendo. Era atractivo y, por eso, nos hemos tapado los ojos y hemos pensado que algo bueno tendría.

-¿Cómo ve en estos momentos el futuro de Túnez?

-Soy moderadamente optimista. El nuevo Gobierno ha tomado algunas medidas positivas tras la huida de Ben Alí. Ha aprobado la ley de amnistía general y se han creado comisiones para investigar los robos de la familia Travelsi y para desvelar por qué Ben Alí ha dejado a la Guardia Presidencial para que siembre el caos; es decir, se han formado comisiones para esclarecer lo sucedido y depurar responsabilidades. Asimismo, la oposición ha conseguido cambiar el plazo de dos meses para convocar elecciones y se está hablando de seis, un tiempo más razonable.

-¿Hay que temer por una islamización del país?

-Ése era el argumento de Ben Alí para mantenerse en el poder, pero en un proceso democrático los islamistas no pueden estar excluidos siempre y cuando respeten las reglas del juego.

-Ahora la situación más conflictiva se está produciendo en Egipto. ¿Cree que finalmente Mubarak cederá a la presión?

-Está en la cuerda floja, pero es muy difícil aventurar lo que hará, porque el actor central que es el Ejército tiene posiciones ambivalentes, de hecho, Mubarak ha colocado de vicepresidente del Gobierno al general Omar Suleiman, de este modo está diciendo al Ejército que si está con él le recompensará; pero, a su vez, los soldados en las calles no cargan contra la gente, por ello dependerá de la actuación del Ejército.

-¿La postura del Ejército de no atacar será decisiva en el triunfo de la revolución?

-Sí, fundamentalmente porque hay países como Israel, Arabia Saudí y algunos ministros europeos que han llamado a Egipto para que reprima las revueltas.

-¿La marcha de Mubarak llevará la paz a Egipto?

-Ayudará a la pacificación, pero también se tiene que dar la renuncia de Gamal Mubarak, el hijo del presidente, que es lo que reclama la población.

-En Egipto está surgiendo la figura del Nobel de la Paz El Baradei, ¿cree que puede ser el líder que necesita el país?

-Tiene prestigio porque en su día se opuso a George W. Bush y a la guerra de Irak, pero por su edad tampoco es el hombre que quieren los manifestantes. Puede jugar un papel moderador y él está dispuesto a ello, pero no creo que pueda expresar todas las demandas populares.

-¿Qué papel están jugando los Hermanos Musulmanes?

-Es un grupo que hace mucho tiempo que renunció a la violencia y opta por un enfoque político pacífico, pero el comportamiento de una organización tan grande como los Hermanos Musulmanes siempre depende de la represión que haya, si ésta es dura se radicalizarán. Pero si las cosas evolucionan a la tunecina no creo que haya que temerles.

-¿Cómo afectará la situación a las relaciones con Occidente?

-Los grandes perdedores van a ser las monarquías del Golfo e Israel, cuyo primer ministro, Benjamín Netanyahu, se ha posicionado del lado de Mubarak. También está muy tocado el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abás, que también ha mostrado su apoyo a Mubarak.

-Hay un efecto dominó y las protestas se están extendiendo a otros países del entorno. ¿Tienen problemas similares?

-La sorpresa ha sido Túnez, porque tiene el nivel de desarrollo más alto de África, aunque también es el que tenía menos libertades. Lo que no es una sorpresa es lo que está sucediendo en Egipto, porque era un polvorín.

-¿Marruecos puede ser el siguiente en tener problemas?

-Las monarquías están más protegidas porque los reyes pueden responsabilizar de los problemas que sufre el país al Gobierno de turno.

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