El ingreso de fray Rafael Pozo en el seminario de los Capuchinos de Antequera no fue por motivos religiosos, sino que era la única manera que tuvo de acceder a un bachillerato y a posteriores estudios superiores. Pero el ejemplo de sus profesores, unido al conocimiento de Jesús, le fueron cautivando el corazón, hasta que se hizo sacerdote. Terminada su carrera se estrenó como misionero en Guatemala, donde permaneció los primeros cuatro años de su sacerdocio, dejando fructíferas obras sociales. En 1979 funda la Asociación Paz y Bien, que lleva 35 años trabajando por las personas con discapacidad en Sevilla y Huelva y que es su proyecto de vida. Fray Rafael Pozo fundó la Asociación Paz y Bien, que cumple 35 años sirviendo a personas con discapacidad en Sevilla y Huelva. ¿En qué contexto social nace Paz y Bien? Paz y Bien nace forzado por la falta de recursos existentes para las familias con algún miembro con discapacidad, antes mal llamados subnormales, que recibían las famosas tres mil pesetas de prestación social. Andalucía no contaba entonces con servicios de estancia diurna ni residenciales. Únicamente Sevilla disponía de una residencia privada a la que podían acceder los más pudientes. El resto terminaba en el psiquiátrico de Miraflores, convertido en un cajón de sastre donde se almacenaban enfermos mentales, gravemente afectados y marginados sociales. Ése es el panorama que vivíamos en Sevilla allá por los últimos años de la década de los setenta. ¿En qué ha cambiado ese contexto respecto a las administraciones públicas en la atención a personas con discapacidad? Primero, que ya no se les trata como enfermos sino como a personas con capacidades especiales. Cuando un joven llega a Paz y Bien su deficiencia se queda en la puerta y empezamos a trabajar con sus potencialidades. Intentamos que empiece a construir su proyecto de vida. ¿Cómo? Enseñándole a ser responsable, a conocerse a sí mismo y a que empiece a tomar decisiones. Nuestro papel es elevar su autoestima y acompañarle para que sepa escoger lo más positivo para su vida. ¿En qué mejora la vida de una persona con discapacidad que pasa a fomar parte de Paz y Bien? Lo más importante es que se siente respetada, querida y asume que ésta es su casa y que va a formar parte de una familia. Se le ofrece un abanico de posibilidades para que pueda desarrollar sus capacidades y pueda ponerlas en valor y, algo muy importante, se le enseña que su trabajo es muy valioso para la comunidad. Nunca le vamos a exigir que realice una actividad superior a su capacidad; intentamos que en todo momento domine el ambiente para que se sienta muy seguro. ¿Qué le alienta a seguir en esta lucha incansable? Me alientan varias razones. Primero, que después de muchos años con las grandes conquistas conseguidas, me considero abuelo de este proyecto. Es importante apoyar al equipo humano que lleva todo el peso de la asociación. Estamos en momentos muy difíciles que nos obligan a una profunda reconversión y a ser muy positivos, demostrando todo el apoyo incondicional y aportando positivamente la experiencia de uno para que no cunda el pánico. ¿Qué ha supuesto Paz y Bien para Sevilla y para la provincia de Huelva? Los hechos hablan por sí solos. Paz y Bien es la única entidad que ha crecido en función de la demanda de nuestros usuarios. Hemos sido pioneros en una serie de programas que hoy se consideran como algo muy normal, pero trabajito nos costó ponerlos en marcha. Fuimos creadores del Centro Especial de Empleo, reconocido con el número uno de España. Además, la asociación ha sido pionera en el proyecto de las viviendas tuteladas, en la reforma psiquiátrica y penitenciaria, en la creación de una fundación tutelar y de empresas de inserción laboral...Y en todo momento intentamos que la dirección de Paz y Bien sea horizontal y no verticalista. Somos una familia en la que cada uno de sus miembros conoce el rol que desempeña. Habéis presentado candidatura a la Medalla de la Ciudad de Sevilla, ¿qué supondría para la entidad tal reconocimiento? Es una cuestión de amor propio. Paz y Bien nace en Sevilla y el setenta por ciento de nuestros miembros, tanto usuarios como trabajadores, son sevillanos. Y estamos hablando de cifras muy serias; más de cuatrocientos trabajadores y mil quinientos usuarios, con 32 centros-casas abiertos... Hemos recibido reconocimientos a nivel internacional, nacional y de todos los municipios en los que estamos presentes. Resulta una paradoja que la ciudad de Sevilla, la más beneficiada, no se haya acordado de nosotros tras 35 años a su servicio. La Reina es casi una amiga de Paz y Bien, ¿qué le transmitió en el último encuentro en la visita a sus instalaciones de Guatemala? Ya nos conoce muy bien por los encuentros que hemos mantenido y valora muy positivamente nuestro trabajo. Reproduzco una de las frases dicha por la enviada especial de la revista Perfiles: «La Reina se emocionó con la labor del fraile español Rafael Pozo». Y todos los medios de comunicación se asombraron al encontrarse con el oasis de Paz y Bien en el corredor seco de Guatemala, la zona más deprimida del país, donde en apenas siete años se ha dotado de una infraestructura que es vital para la población. Lo mismo sucedió en Sevilla hace 35 años: las personas con capacidades especiales huérfanas, con padres mayores y pobres de solemnidad no encontraban un servicio digno para sus hijos. Y salió a su encuentro Paz y Bien, a cambio de nada. Nacimos en una casa prestada en Olivares, sin medios económicos, pero la fe en las personas nos ha fortalecido y hemos conseguido que la administración y la sociedad en general hayan creído en nuestro proyecto, que pueden conocerlo más en profundidad en nuestras páginas web: www.pazbien.org, y www.pazbienongd.org. ¿Cuáles son las metas a futuro que la entidad tiene en mente para el futuro? El proyecto más significativo de futuro es intentar que los servicios y el equipo humano en el que se sustenta la entidad no se vea afectado por los recortes. Intentamos adaptarnos a los nuevos tiempos con miras a contar con recursos diversificados, sin que la calidad de los servicios se vea mermada.