Local

Cuarenta años sentado y sentando cátedra

El entrenador del Cajasol lleva desde los setenta innovando en los banquillos, con un palmarés excelso pero sin la joya de la corona.

el 30 sep 2012 / 16:12 h.

TAGS:

El Club Deportivo Baloncesto Sevilla, aka Cajasol, cumplió el pasado mayo sus Bodas de Plata y, sin embargo, no es más que un joven mozo si se compara con el que es, desde el 18 de julio, el inquilino de su banquillo, el laureado Aíto, quien cumplirá al final de la presente temporada la friolera de cuarenta años, que se dice pronto, como entrenador en la élite del básket patrio. O dicho de otro modo, cuando allá por el mes de mayo de 1987 nacía la entidad hispalense, el técnico llevaba ya más de una década entre pizarras y firmaba una campaña memorable, la segunda al frente del FC Barcelona, en la que el club azulgrana se hacía con los títulos de Liga ACB, Copa del Rey y Copa Korac.

Eran los albores de la etapa gloriosa del Barça y también la que terminaría de impulsar la carrera de Alejandro García Reneses, que lógicamente fue cocinero antes que fraile. Y, en este caso, de un jugador de cierto nivel ("mal lanzador, lento, inteligente a la hora de escoger las opciones de juego, fuerte en las penetraciones, bueno en las asistencias... una mezcla de todo eso", se autodefinió una vez) surgió un entrenador que creó y sigue creando escuela.

Madrileño que hizo carrera en Cataluña. Sí, porque Aíto nació en la capital de España en los últimos días del año 1946 y comenzó a jugar al baloncesto a los 13 años en el Colegio Ramiro de Maeztu, esto es, en los infantiles del Estudiantes. Subió en los escalafones colegiales hasta alcanzar el primer equipo y jugar cinco temporadas, hasta que a los 22 años tomó una decisión que cambió su vida: hizo las maletas y se fue a Barcelona para jugar en el conjunto culé, que le fichó dada su progresión, que le había llevado a ser internacional en categoría júnior.

Otras cinco campañas militó en el Barça hasta que, a finales de la 1972-73, se retiró del baloncesto en activo para iniciar de inmediato su trayectoria en los banquillos. Que tuvo su primera etapa, la de aprendizaje, la de hacerse un nombre, en Badalona, donde dirigió durante una década al vetusto Círculo Católico, luego denominado Cotonificio, al que aupó hasta la tercera plaza en el curso 1981-82.

Paralelamente había sido seleccionador nacional juvenil -bronce en el Europeo de Damasco'79- y júnior, no en vano ya era uno de los técnicos más pujantes de la nueva generación. Lo cual le llevó al Joventut de Badalona, donde terminó de confirmar sus dotes al convertir a la Penya en alternativa a los dos grandes: subcampeón de Liga y de Copa en la 84-85 con un equipo de la casa con los inolvidables Margall, Montero, Jiménez, Villacampa, Jofresa...

Su salto al Barcelona en el verano de 1985 le abrió las puertas de los títulos, aunque curiosamente su primera conquista fue continental, la Recopa de Europa. Aunque al año siguiente firmó el triplete reseñado al principio con un plantel de ensueño, liderado por el trío mágico Epi-Solozábal-Sibilio y con la excéntrica pareja de americanos formada por Wallace Bryant y Kenny Simpson. A partir de ahí, su palmarés en el banquillo azulgrana engrosó de forma vertiginosa: nueve ligas, cuatro copas y una segunda Korac durante dieciséis años. En los que, eso sí, jamás consiguió ganar la Copa de Europa pese a sus tres finales y seis concursos en la Final Four, siendo el entrenador con más presencias y sin corona en toda Europa. Una espina clavada.

En cualquier caso, su prestigio siempre creció a la par que su historial, y no ya tanto por los muchos éxitos como por sus hitos en la innovación del deporte de la canasta, desde la utilización de un tercer hombre alto (Andrés Jiménez jugando de tres y no de pívot) al acuñamiento del base-escolta (José Antonio Montero, ¡cuántas veces lamentaría Aíto la canasta que le anularon en la final europea de Paría ante el Panathinaikos!) pasando por la defensa individual presionante -karate-press la llamaron- o las transiciones vertiginosas -run and jump-. Elementos que puso en práctica en su segundo periplo con el Joventut, al que devolvió a la senda de los títulos (una EuroCup, una Copa ULEB y la Copa del Rey 11 años después), a la vez que supo explotar el talento increíble de Rudy y Ricky.

En junio de 2008 le llegó la oportunidad de dirigir a la selección española absoluta en los Juegos Olímpicos de Pekín y Aíto, como de costumbre, no defraudó y logró que Pau Gasol y sus secuaces se colgaran la medalla de plata, igualando el registro histórico del maestro Antonio Díaz-Miguel en Los Ángeles'84.

Pese al éxito, aceptó el reto de entrenar al Unicaja y en Málaga, tras tres campañas agridulces, vivió su primer cese, el 17 de enero de 2011. Un lunar que no empaña la carrera de un tipo tranquilo, de carácter algo seco, quizás poco diplomático aunque de una exquisita educación que siempre, siempre, ha dejado claro que lo que traiga el futuro no le importa nada si disfruta con el presente. Y su presente se llama Cajasol. Que tenga futuro en Sevilla.

  • 1