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Cuarenta años, y la luna sigue ahí

Aunque todos hayamos pisado la luna alguna vez, hoy se cumple el 40 aniversario de la estricta llegada del hombre al satélite. Hoy no cuesta imaginar que la NASA fletase un cohete y, ya ven, aún funcionando al 99,9 por ciento de sus posibilidades, se habían cifrado en 5.600 las posibles averías...

el 16 sep 2009 / 05:56 h.

Aunque todos hayamos pisado la luna alguna vez, hoy se cumple el 40 aniversario de la estricta llegada del hombre al satélite. Hoy no cuesta imaginar que la NASA fletase un cohete y, ya ven, aún funcionando al 99,9 por ciento de sus posibilidades, se habían cifrado en 5.600 las posibles averías a que se arriesgaba la nave. Por eso, entre otros motivos, los viajes al espacio siempre han tenido detractores. No hay que olvidar que en esa época la operación supuso un desembolso de 24.000 millones de dólares, cifra astronómica y que respondía a intereses políticos relacionados con la guerra fría.

El principal argumento que sostienen quienes están en contra de las aventuras interplanetarias es que representan un gasto intolerable cuando nuestro propio mundo se va al garete. En resumen, dicen, pongamos dinero para paliar el sufrimiento de nuestros semejantes antes de viajar a otros planetas. Y, desde un punto de vista razonable, quién puede quitarles la razón. Sin embargo, se olvidan de la absoluta necesidad del viaje, de cualquier viaje, hasta de los viajes imaginarios.

El viaje y el refugio son los grandes temas de los niños y los hombres. El refugio equivale a nuestro hogar. Son nuestros hábitos. Nos refugiamos en lo más conocido. Es nuestro lado conservador. Cuando nos refugiamos somos de derechas. Ya de niños, lo hacíamos bajo la camilla. Por otro lado, el viaje es nuestro lado progresista. Cuando viajamos somos de izquierdas. Es el segundo gran tema del hombre. Y, por eso, jamás dejaremos de emprender viajes a la luna y adonde quiera que fuere. Es inevitable.

Porque el viaje apela a la imaginación. Es el sueño de la aventura. Habla Stevenson: "Si los cuentos que narran los marinos/hablando de temporales y aventuras, de sus amores y sus odios/de barcos, islas, perdidos Robinsones/y bucaneros y enterrados tesoros? encantan todavía, como hicieron conmigo/ a los sensatos jóvenes de hoy/ ¿qué más pedir?/Pero, si ya no fuera así? bien. ¡Así sea! Pero que yo pueda/ dormir el sueño eterno con todos mis piratas/junto a la tumba donde se pudran ellos y sus sueños". Feliz aniversario, en cualquier caso.

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