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Cultura

Cuatro cabalgan juntos

FeMÁS/31 **** 31º Festival de Música Antigua de Sevilla. Hespèrion XXI. Lugar: Sala Joaquín Turina. Fecha: 2 abril 2014. Jordi Savall, violas de gamba y dirección. Andrew Lawrence-King, arpa barroca. Rolf Lislevand, guitarra y tiorba. Pedro Estevan, percusión. Programa: Folías y Canarios del Antiguo y del Nuevo Mundo.

el 03 abr 2014 / 09:15 h.

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Jordi Savall volvió al FeMÁS, a la misma sala en la que hace tres años tuvo que poner orden para resolver imprevistos de organización; esta edición afortunadamente todo está funcionando de forma modélica. Junto a  Hèsperion XXI planteó un programa que prácticamente giró (o danzó) en torno a la folía y el arte de la glosa. Improvisaciones y variaciones que exigen una gran concentración y un alto nivel de compenetración y confianza entre los músicos. La estética del concierto recordó mucho a la selección que el propio Savall realizó hace dos décadas para la película de Pilar Miró El pájaro de la felicidad. El grupo, que cumple justamente cuarenta años, se presentó con cuatro de sus máximos exponentes. Su experiencia y amistad juntos durante tanto tiempo propició unos efectos sensacionales; un recorrido desde la península a las colonias americanas (cachua, jarabe loco, guaracha) a través del tratado de glosas del renacentista Diego Ortiz, los estudios barrocos para guitarra del imprescindible Gaspar Sanz, las geniales improvisaciones según Antonio de Cabezón, las diferencias de Martín y Coll y las preciosas y populares glosas del sevillano Francisco Correa de Arauxo. Todo bajo un ambiente relajado, cálido e intimista, mimando los instrumentos y dominando sus registros emocionales y expresivos. El lucimiento fue aflorando irremediablemente, sin pretenderlo, con momentos mágicos como el diálogo atento y ensimismado de Lislevand y Estevan en los canarios de Sanz, o del percusionista con Lawrence-King en el divertido y sensual Fandango de Santiago de Murcia que el arpista presentó con especial énfasis en su erotismo. Estevan pareció en ocasiones desafiar el ritmo con caprichosas cadencias, seguramente de propósito. En interpretaciones como la de Musical Humors del escocés Tobias Hume el violagambista hizo del instrumento una extensión de su propio cuerpo, ya fuera apianando sobrecogedoramente en la viola de gamba soprano o como en este caso frotando y agitando la baja. En las propinas una preciosa canción de cuna bretona y un clásico, las muzettes de Marin Marais, inimaginables sin invocar al maestro catalán.

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