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Cuba ante su oportunidad

Después de un año largo de convalecencia hospitalaria y forzado por su evidente deterioro físico y posiblemente también mental Fidel Castro ha entregado por fin la llave de su omnímodo poder. Dejará de ser el guía único de aquella revolución que tanto ilusionó hace 49 años y decepcionó pocos años más tarde.

el 15 sep 2009 / 00:23 h.

Después de un año largo de convalecencia hospitalaria y forzado por su evidente deterioro físico y posiblemente también mental Fidel Castro ha entregado por fin la llave de su omnímodo poder. Dejará de ser el guía único de aquella revolución que tanto ilusionó hace 49 años y decepcionó pocos años más tarde. Con Fidel fuera de la dirección del país caribeño los cubanos tienen la oportunidad que merecían para diseñar su propio destino. Y frente a los fatalistas que ya avisan de que nada cambiará en la isla caribeña y aquéllos que creen que de la noche a la mañana Cuba volverá a ser lo que su vecino norteamericano siempre quiso que fuera seguramente se impondrá la sensatez de una tercera vía. Sólo los cubanos lo pueden saber. Aunque el gobierno seguirá en manos de otro Castro por el momento -el 'hermanísimo' Raúl, quien, según algunos expertos, es hoy bastante más pragmático que Fidel, aunque eso deberá demostrarlo muy pronto- algo va a cambiar en la isla. El pronóstico más deseable para el futuro de los cubanos pasa porque ellos mismos acuerden poner en pie una etapa de libertad política y económica del sistema que no provoque muchas averías en la propia sociedad. Capacidad para resolverlo con éxito tienen de sobra porque presumen con razón de ser un pueblo maduro con una decente preparación intelectual. Por eso estarán condenadas al fracaso, más que muchos otros países de América Latina, las tentaciones de tutelaje en las que pueden caer algunos de sus vecinos ideológicamente enfrentados entre sí. Es evidente que España sí tiene algo que aportar a ese deseable proceso sólo si los cubanos así lo quisieran. Y no sólo por su imponente presencia económica en la isla sino, y especialmente, por la experiencia de la exitosa transición política española. La decisión de Castro abre en todo caso otro apasionante capítulo de la historia de Cuba que sus gentes no desaprovecharán. El viejo dictador habría hecho así sin pretenderlo un enorme favor al pueblo cubano.

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