Ya no existe problema territorial alguno. Ahora, de lo que se trata es de hablar de la economía andaluza que, al igual que la del resto del país, se está hundiendo. Éste parece que va a ser el principal mensaje de la derecha. A medida que avanzamos camino del 9-M se van dejando atrás otros argumentos empleados con fuerza e insistencia pero que ya están desgastados. Nadie los compra. A lo que se ve, España ya no se rompe aunque, eso sí, la familia está más amenazada que nunca. Lo verdaderamente preocupante se residencia en el precio de productos y servicios o en el declive del sector inmobiliario. En fin, que estamos abocados, poco menos, que a la ruina segura si seguimos al pie de la letra tan apocalíptico y catastrófico análisis que nos hacen a medida, en el preciso instante en el que surgen los primeros datos adversos. Hay que dar la bienvenida a cualquier afán critico que suponga un examen a fondo de nuestro actual sistema económico, con la presentación de las correspondientes alternativas, sin embargo, mucho nos tememos que nos encontremos ante un simple ejercicio de tacticismo político que más que beneficiarnos, podría llegar, incluso, a perjudicarnos..
Mensajes negativos que calan en la calle.
Harían mal los socialistas es despreciar este tipo de ataques. Los mensajes que recalcan lo más negativo de nosotros están calando en la opinión pública tal y como se ha puesto en evidencia en el último sondeo del Centro Andaluz de Prospectivas sobre las preocupaciones de los sevillanos. El paro se ha situado como la principal inquietud por encima de otras como la vivienda, la inseguridad o las obras. Una percepción que no se corresponde con la realidad puesto que el incremento de la tasa de desempleo en esta provincia se ha situado por debajo de la media andaluza. Estamos, pues, a punto de que se instale entre nosotros un pesimismo que puede depararnos consecuencias no deseadas al igual, desde luego, que si se insiste en marcar una línea de respuesta tan optimista como carente de base alguna. Como siempre, en el término medio está la virtud y sólo con reflejar los avances registrados en los últimos 25 años tendríamos más que suficiente.
Andalucía tampoco es en esto una excepción
En todo caso, por lo visto hasta ahora, está claro que la discusión electoral en Andalucía está transcurriendo por los mismos derroteros que en el resto del país. En definitiva, en este aspecto tampoco somos una excepción. Son, prácticamente, los mismos temas los que se están abordando. Incluso algunos, los principales contendientes en particular, subordinan determinadas decisiones a las instrucciones respectivas que les envíen desde Madrid, por lo que aquella apelación a elecciones por separado para tener así un debate propio queda absolutamente en ridículo. Se está demostrando que es posible hablar de Andalucía al referirnos al presente y el futuro de nuestro país. No se trata de un fenómeno nuevo. Por no faltar, ni siquiera faltan las ya conocidas apetencias de los grandes partidos que hacen llamamientos descarados al poco o mucho voto andalucista, para mayor desesperación de los propietarios oficiales de la marca