Un aficionado chino entre varios españoles.
Zeng; Sun, Zhao, Zhang, Feng; Zhao, Hao, Zheng, Yu Hai, Quin; y Gao. No es el reparto de una película de Jackie Chan. Tampoco la nómina de emperadores de la dinastía Ming. Ni siquiera la lista de los comercios chinos en el distrito Macarena. Es la alineación titular de la selección de China en su amistoso frente a España. O un grupo de auténticos desconocidos, que también. Pues España, campeona del mundo y de Europa y de jugar bien al fútbol, estuvo a punto de no batir a este conjunto de futbolistas sin ninguna relevancia en el balompié, como prueba su eliminación para el Mundial 2014. ¿Significa eso que la selección española es un cuento chino? Ni mucho menos, menuda barbaridad sería esa. El único cuento chino fue el amistoso organizado por la Federación.China es el país más habitado del mundo. 1.300 millones de criaturas viven allí, casi nada. Pero con tanto chino como hay, no hay manera de que encuentren a quince o veinte para formar un equipo capaz de acceder a la élite del fútbol. Ocupa el número 66 en el ranking FIFA, sólo ha ido a un Mundial y su último gran hito es el subcampeonato asiático en 2004. Eran anfitriones y perdieron la final ante Japón. Algo así como si el Betis o el Sevilla perdiesen la Copa frente a su eterno rival. Y este fue el adversario elegido por los iluminados federativos para afinar la puesta a punto de la gran favorita en Polonia y Ucrania. Ideal, vamos, para engrasar el nivel competitivo de un combinado cuyas piezas clave, léase la columna vertebral del Barça, llegan con el descanso mínimo posible tras jugar unos 60 partidos en toda la temporada. Menos mal que Iniesta sí es un iluminado, sin sarcasmos esta vez. De no ser por él, el amistoso habría aportado lo mismo que China al mundo del fútbol: nada. O eso o una preocupación innecesaria a siete días del debut en la Eurocopa.
También es posible que la Federación, que tiene a Sevilla castigada sin partidos oficiales de la selección desde hace 17 años (España-Armenia, 7 de junio de 1995 en el Villamarín), se fijase en China para penetrar todavía más en su famoso mercado, el que ha hecho que se hayan jugado partidos de Liga al mediodía. Pero el España-China empezó a las diez de la noche, así que en Pekín eran las cuatro de la mañana. O los chinos tienen un prime time muy extraño o la excusa de las audiencias televisivas es otra milonga. Una milonga china.