Muy interesantes las jornadas que se han desarrollado en Cajasol, y que han tenido como protagonista al tapón de corcho. La irrupción de tapones de otro tipo, como los sintéticos, hace peligrar la subsistencia de un sector vital para una comarca como la Sierra Norte. El alcornoque es un elemento habitual en los paisajes de la Sierra Norte y se transforma en termómetro de salud de las dehesas.
Y que pueda pasar a un segundo plano hace encender luces de alarma para que tal hecho no suceda. Cierto es que el corcho puede tener más salida comercial, en otros productos, pero no existe aún cultura de su uso. Mientras ese momento llega, habrá que seguir apostando por ese tapón, tan natural como el propio vino, que le sigue dando vida al producto que atesora, y que no lo apaga, como lo puede hacer un tapón sintético.
La vida pide vida. E imaginarse un gran reserva sin un buen tapón de corcho es difícil. Alguien dirá que la economía manda. Pero el arte requiere de grandeza, y no de miseria.