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Cuidado con las sandías

Desde que han dicho que la cáscara de la sandía puede hacer las veces de la viagra, los cerdos ya no saben lo que hacer para afrontar la crisis alimenticia que se les viene encima.

el 15 sep 2009 / 08:21 h.

Desde que han dicho que la cáscara de la sandía puede hacer las veces de la viagra, los cerdos ya no saben lo que hacer para afrontar la crisis alimenticia que se les viene encima. La del ladrillo, al lado de ésta, será en verdad una desaceleración. O sea, que andamos con menos fondos que una piragua, cortitos con sifón. Será muy difícil volver a ver cáscaras de sandía en la basura. La última noticia que tengo sobre el asunto, es que el otro día hacían cola algunos marranos en Mercasevilla. Me refiero a los de la especie porcina, claro. Ahora comprendo el insaciable apetito sexual de los conejos, a los que también les chifla la cáscara de la sandía.

Este tipo de noticias no saltan a los periódicos por casualidad. Ante la crisis económica y el elevado precio de la píldora de la felicidad, Solbes habrá dicho: "Hay que inventarse algo que haga bajar la inflación y subir la líbido". Como no hay mal que por bien no venga, en pueblos como Albaida los dueños de los matos se estarán frotando las manos.

Los farmacéuticos andarán estudiando la manera de convertir en píldoras mágicas el diurético manjar que contribuyó al crecimiento de la natalidad cuando, décadas atrás, la sandía aliviaba el hambre del proletariado. En aquella época, un centollo en la casa de un pobre era considerado un objeto nadador no identificado; era raro verlo, a pesar de que también aviva el apetito sexual. En cambio, sandías había por todas partes y así se explica lo de las familias numerosas, aunque siempre hayamos creído ingenuamente que los pobres procreaban porque Franco incentivaba la natalidad.

De ahora en adelante, cuando vayamos al mercado y pidamos una sandía, lo de menos será si está o no roja por dentro, porque lo que importa es la cáscara; el frutero se ahorrará el calado, que siempre es como lanzar una moneda al aire.

El asunto es serio. El otro día iba un señor de Mairena del Alcor con el carro del supermercado cargado de sandías. Era un hombre mayor, de unos 70 años de edad. Cuando pagó en la caja y se alejaba, una señora le dijo a otra: "Siempre he sabido que es un depravado".

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