Ni el delegado provincial de Cultura ni la directora general de Bienes Culturales quieren entrar en el cuerpo a cuerpo declarativo con el secretario general del Arzobispado, Carlos González, quien de nuevo acusaba a la Junta, eso sí con buenas palabras revestidas de "grave preocupación", del retraso en el inicio de las obras en Santa Catalina.
Antes bien, desde Cultura se ha querido responder con datos a la desconfianza manifiesta que hacia ella demuestra el Arzobispado cuando asevera que no licitará la sustitución de las cubiertas del templo hasta no tener en su poder la transferencia comprometida por la Junta.
Resulta que el delegado provincial, Bernardo Bueno, ha asegurado por dos veces al menos al secretario general del Arzobispado que esa partida les llegará en sólo unas semanas, instándole pues a adelantar los trámites para que las obras puedan comenzar cuanto antes porque, además, la Iglesia tiene ya los primeros 363.000 euros aportados por el Ayuntamiento. Pero no hay forma. En Palacio siguen dudando.
Y contra las dudas, Cultura ha replicado con cifras que dan pie a reflexionar cuánto no habría sufrido el vasto y rico patrimonio eclesiástico de no haber arrimado el hombro la administración autonómica. En los últimos cinco años (2004-2008), el 61% de la inversión realizada en Patrimonio Histórico en la provincia de Sevilla fue a parar a la rehabilitación de bienes inmuebles y muebles de la Iglesia católica. Expuesto en euros, 12.425.856.
¿Cuánto ha aportado la Archidiócesis a paliar las necesidades de su patrimonio? Es la pregunta que debería responderse también con cifras para tener elementos de juicio; y otra más: ¿cuántas obras ha sufragado en solitario más allá de la Catedral?
En el caso de Cultura, la inversión recopilada certifica -siempre se puede, no obstante, hacer más o atinar mejor en las prioridades- su compromiso con la salvaguarda del patrimonio eclesiástico, pese a no ser su responsabilidad directa. Santa Catalina no será una excepción. ¿Por qué no empiezan, pues, ya las obras?
