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Cuvillo, el oscuro objeto del deseo


el 03 oct 2011 / 18:29 h.

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Dudas resueltas. Una de las incógnitas más determinantes para dibujar las líneas de frente del próximo año se está despejando antes de que la fiesta de El Pilar dé el cerrojazo a la gran temporada. Muchos aficionados, viendo la escasa cosecha de triunfos de la temporada de José Tomás, venían clamando por un armisticio que volviera a emparejar al madrileño y a los toros de Cuvillo en los carteles para reeditar el romance de otro tiempo. Mientras tanto, otros iban cosechando triunfos siderales con esas reses codiciadas que han cubierto una temporada histórica en la que el nombre de José María Manzanares ha sido inseparable de los colores rutilantes de la divisa de El Grullo.


Los Cuvillo precisan. Los ganaderos parecen tener muy claro el asunto y no están dispuestos a bajarse de un burro que sigue su camino bien derechito. Los resultados de la magnífica temporada de la divisa han avalado las tesis de los criadores, que ya se descolgaron de los planes de José Tomás antes de que comenzara su discreta reaparición. Hubo otros capítulos que terminaron de inclinar la balanza y el despilfarro de Julio Aparicio en Sevilla, la misma tarde del indulto de Arrojado, tuvo que servir de punto de inflexión para reforzar las nuevas estrategias de los Cuvillo. Hace sólo una semana, el propio Álvaro Núñez Benjumea se lo reconocía a este Observatorio con tanta diplomacia como claridad al recoger uno de los muchos premios cosechados por sus toros: "Cuando se toma una decisión hay que ser consecuente y nuestra idea es que haya siempre dos toreros de primera fila en el cartel. No queremos tardes en los que haya una sola figura".

Más claro, el agua. Sólo dos días después, en la entrega del trofeo de la Cruzcampo, el patriarca Don Joaquín se dejaba de rodeos al señalar bien clarito que el elenco jurásico que había abierto los carteles del Divino esta temporada no le iba nada. Ellos no están dispuestos a facilitar ese dispendio de bravura. Y si José Tomás ejerce su libre derecho de torear dónde, cómo y con quién quiera, los ganaderos también son libres de lidiar en las condiciones más favorables para el lucimiento de sus toros. Una perla más del hijo del ganadero titular: "Entendemos que lo mejor para nuestra ganadería, también para la fiesta, es reunir en el mismo cartel a dos figuras y un torero emergente que genere ilusiones". Amén.

Torerazos. Merecen epígafre aparte y demuestran que en el toreo, cuando las cosas se hacen de verdad, también se hace justicia. Iván Fandiño y David Mora -tanto monta, monta tanto- se jugaron el pellejo en el mano a mano que les enfrentó el pasado viernes en Madrid. No les importó el pésimo estilo de la bueyada de Gavira. Confirmaron con creces su condición de toreros revelación y pidieron sitio en las ferias. Es hora de rehacer muchos carteles que ya no tienen sentido. La primera fila tiene que hacerles hueco.

Plata de ley. Falleció la pasada semana en Madrid con 81 años. Fue uno de los grandes y nunca ambicionó vestirse de oro pero fue una figura en lo suyo. Luis González marcó una época en el escalafón de los subalternos a las órdenes sucesivas de Jaime Ostos y El Litri y, tantos años emparejado con El Vito, otro monstruo de los palos con el que formó verdaderos gazpachos que recuerdan con nostalgia los cabales. Se retiró definitivamente en la alternativa nimeña del hijo de su maestro, en 1987. Para entonces ya era una leyenda. Descanse en paz.

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