Triunfo de una oreja del debutante Daniel Luque en la corrida del día grande de la feria donostiarra, hoy, en la que no obstante su aparente disposición y buenas maneras le faltó redondear con un esfuerzo todavía mayor.
Una mixta con los cuatro toros para los de a pié más serios del ciclo. Toros con mucho aparato por delante y, para abundar en la emoción, mucha casta. No se puede hablar de bravura esplendorosa, pues hubo demasiado picante. Demasiado para poder sentirse a gusto delante. Así que los toreros, los dos, a veces, no disimularon algún que otro respingo.
Pero en general, hay que reconocer, el esfuerzo de ambos fue grande.
De los toros, insistir en otra apreciación: se vendieron caros. Y aunque pareció que se venían abajo, nada de eso, los cuatro tuvieron fuelle de sobra.
Lo anterior quiere decir que tanto Eduardo Gallo como el debutante Daniel Luque -sustituto éste del lesionado Cayetano Rivera- tuvieron una oportunidad a medias. Dura oportunidad, más exactamente, porque el esfuerzo que pedían los toros era grande.
Y grande se puede decir que estuvo Luque en su primero, al que lanceó con buen aire, y al que toreó con mucho asiento y muy firme con la muleta. Faena valiente a pesar de algún insignificante y casi imperceptible titubeo en un par de extraños del toro. Resolvió con mucha suficiencia incluido un parón final muy a modo.
No hubo música, cosa del presidente, pero la gente se volcó con el torero, pidiendo la oreja con mucha fuerza a pesar del pinchazo que precedió a la estocada.
Luque tuvo la oportunidad de redondear su tarde en el sexto, con el que volvió a estar tenaz, pero esta vez más desafinado.
Buenos lances en el saludo y galleo por chicuelinas para poner en suerte. Faena de más a menos con una primera parte de mano baja y buen juego de cintura en el toreo al natural. Pero demasiadas pausas hasta llegar a un proyecto de arrimón con el toro ya prácticamente en las últimas. Demasiado espaciados los pases, y abundantes enganchones.
Gallo se mostró capaz y muy serio en su primero, toro que se negaba en el tercer muletazo, "avisándole" de sus malas intenciones. Le pegó pases buenos, aunque le faltó venderlo.
Y ya en el quinto, quebrantado en un par de volatines, anduvo menos comprometido, sin tanto ajuste. Quiso arreglarlo en las cercanías cuando el toro estaba ya agotado, y ahí se perdió por completo el interés de la faena.
A Pablo Hermoso le "afeitaron" mucho sus dos toros, y eso mismo y el poco empuje que tuvieron, le restó simpatías. A pesar de todo, atacó siempre de frente para reunirse al estribo y clavar arriba. Correcto, pero excesivamente frío. Si acaso unas piruetas a la salida de las suertes y algún galope a dos pistas. Hubiera cortado alguna oreja, sobre todo en el primero, si llega a matar bien.